HACIA UN ALBOR CULTURAL

El desarrollar cultura en toda la extensión de la palabra es propiedad del ser siempre y cuando sea dotado de una real humanidad y tenga los atributos necesarios para una creatividad sin límites.

 

metafisica

En esta ofrenda de intelectualidad no hay  espacio para los eternos intermediarios que promueven tal actividad con el fin de justificar su paseo terrenal, trabajo o simplemente  dar muestras de una convicción  que más linda con el oscuro oportunismo. Es que en esta entrega no hay sitio  para el que sólo aparenta genialidad y no es más que  un ser vacío de ofrendas  positivas. Si es muy cierto, no más el que es llama viva del soplo divino está en condiciones de elaborar su propia hoja de ruta. Los demás,  son personas con muy  buena voluntad pero que sobran cuando se levanta el telón y empieza el desfile de estrellas, al ser una mala réplica del que es bueno para nada. Viene al caso la siguiente reflexión. Un pueblo  donde la cultura es estática o   escasa en cuanto a grandiosidades se debe a  la pobreza latente y ella deriva  de la mínima aptitud de  los mayores para solucionar el problema y si en ese estado hay instituciones que velan por las expresiones del alma, salvo honrosas excepciones; una gran mayoría se acomoda a la situación y son solamente promotores de su propia subsistencia más no de incrementar el acervo de espiritualidad que siempre debe marchar indetenible por ser la razón de la existencia humana. El que se deja llevar por esa vertiente de negativismo es cómplice del que hace poco o nada por ser adepto del acomodo fácil y no más obra lo que se puede. Más no es necesario que declare la guerra al inepto funcionario, sino que al menos haga notar su inconformidad ante sus jefes inmediatos que quieren ver una flor en el desierto agreste.  Si los adalides presentes no son capaces de diseñar una política de cambio que  lleve hacia una generosa productividad en el ámbito de innovaciones que regulen la conducta humana. Se está padeciendo de un irremediable estancamiento que delega  más de lo mismo en la población.   El talento existe en toda latitud pero si no hay un horizonte donde se cristalicen los ideales, el joven valor se trunca, se decepciona y se dedica a otra labor al no haber futuro en lo que le gusta hacer y tiene cualidades innatas para ello. Por lo tanto el poder de cierta élite  no sólo debe ser direccionado a la acción de trabajar para comer y adquirir riqueza; si no al de alimentarse para crear y trascender en el tiempo y el espacio. A pesar de todo lo inventado, aún falta mucho por hacer, por eso; de la capacidad de investigar depende  el mañana de ventura de un pueblo. Si hay la mentalidad uniforme  que no todo son obras civiles; sino también la motivación personal; entonces se está diseñando  el umbral estelar de las grandes realizaciones. Es que si  el ente promotor  no cuenta con presupuestos aparentes  como para generar esperanzas que conlleve a una mayor expresividad intelectual, los resultados no son óptimos. Si el jefe inmediato superior es de la “gran” idea que todo debe hacerse mediante gestiones y hay que tocar las puertas al mundo entero para generar dinero; no despierta ninguna confianza en el valor. La mezquindad de cierto sector traslada a la inspiración al ostracismo y determina que un segmento palpitante viva como rey y los demás de migajas de la casualidad. Esta disyuntiva es una de las razones de la inercia inhumana que se padece. Un cambio de mentalidad, objetivos comunes  y  equidad en las actitudes, muy ajeno a la ambición inclemente, hará que a la cultura se le considere como una primera necesidad para que en los grupos familiares haya el amor y la paz, logrando el ser con su propio esfuerzo la cima de la excelencia. Si no hay un claro reflejo de bondades del interior del ser es una masa viviente que no dejará huellas inmarchitables para la posteridad. Es que un país culto es sinónimo de bienestar general con visión planetaria.

 

 

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