La mujer por ser divina
se merece un bello altar
al ser ave que fiel trina
con afecto singular.

No hay algún ser en el mundo
en perfecta dimensión
que refleje perfección
por su cariño profundo.
Es un reflejo fecundo
de cual reina que camina
su carisma determina
ser una diosa en la tierra,
al existir más se aferra
la mujer por ser divina.
II
Es cual fuente de ternura
con un paisaje de encanto
aunque sufra algún quebranto
no se opaca su hermosura.
Luce eterna su frescura
y paciencia a no dudar
su alegría es sin cesar
que al espíritu alimenta,
por lo que al fin representa
se merece un bello altar.
III
Demuestra serenidad
ante la angustia apremiante
y se luce fascinante
de una inmensa propiedad.
Es remanso de equidad
que el horizonte domina
el alma entera la afina
con su voz encantadora,
cuando comienza la aurora
al ser ave que fiel trina.
IV
Brinda imagen adorable
a través de su mirada
igual que reina encantada
de sentimiento confiable.
Su pensamiento elogiable
es inmenso como el mar
y ofrenda aliento sin par
entre un mágico destello,
que en la tierra es lo más bello
con afecto singular.
V
La mujer por celestial
se merece una canción
o tal vez recitación
por su aureola angelical.
Siendo estrella sin igual
y subyugante presencia
le da al alma como herencia
un futuro consagrado,
al ser el ángel sagrado
que da luz a la existencia.
