Las capacidades humanas en sus distintas variedades, cuando son de primera línea, deben utilizarse sin duda, en los mejores puestos de trabajo con el fin que la excelsitud se logre y depare productividad en todo ente económico y por ende el bienestar general del entorno.
Para ello, los que tienen el poder en la mano, son los llamados para que de manera imparcial, sin fanatismos ni partidarismos, solamente amparados en la equidad y una conciencia sin límites, valorar a fuerza laboral en su máxima extensión y colocarlo de inmediato en el umbral que se merecen. En esta selección de bondades cognoscitivas, entran a tallar todos los que viven bajo el mismo cielo y común región. No se tiene en cuenta, raza, color, religión, credos, ni lugar de nacimiento. Muchas veces el excesivo regionalismo llega a lindar con la mezquindad y se cometen las más grandes segregaciones que determinan un descontento general en la población. Solamente en caso que en el lugar donde se desarrolla la actividad, no hubiera personal aparente, habría que buscar de otras latitudes. De lo contrario, tienen prioridad los que están en la misma zona y que saben muy bien de la realidad en que se vive. Si las autoridades son inteligentes, actuarán con cautela y le darán el umbral al que está a la cabeza en cuanto a brillo intelectual. En realidad, todos nos conocemos en la ciudad y se sabe quiénes son los que se llevan la bandera e inclusive de qué pie cojean. En elegir lo mejor, está la muestra de sabiduría del ser, más si entran a tallar intereses creados, la cosa cambia y los resultados son nefastos. Si se tiene en cuenta familiaridad, amistad, regalos, o los que “apoyaron en campaña” o que pusieron capitales para la publicidad; se está gestando un periodo lleno de críticas, porque desde ya se vaticina que no habrá calidad, funcionabilidad, ni capacidad para solucionar los innumerables avatares que aquejan a la colectividad. Sobre este punto, hay que pensar que el cetro de mando, solamente se ostenta unos años y si en ese lapso de tiempo no fue sabio en la toma de decisiones, el reinado va a terminar por los suelos. Por eso cuando vuelva a pisar la dura calle, ese oscuro líder que no tuvo tino para ejercer su función, recibirá el repudio, la indiferencia de su gente a quien no supo gobernar. Quizá esta es la causa por la que una mayoría de los gobiernos, empiezan una labor con bombos y platillos y fiesta general, para terminar criticados, enjuiciados y se van entre pifias de subido tono con todos los aderezos posibles, debido a una gestión sin criterio en la que sólo lució ingobernabilidad. Por ello, las eminencias del saber, a demostrar lo que saben con hechos y no cobijados en un escritorio y de ahí querer cambiar al mundo rodeado de serviles que le aplauden hasta los errores que comete. Por eso, el que no sabe, debe aprender y el que sabe mucho, debe enseñar y dejar de lado la soberbia, la pedantería y el orgullo. Más, todos aquellos que están acostumbrados a subirse al coche, a vivir de la sombra del poderoso negociando su libertad y sumisión y a cambiar de colores según la ocasión y de acuerdo al gobierno de turno; les pido un poco de dignidad y que de una vez por todas enmienden el rumbo que todo se sabe, que el mundo no se acaba mañana y que el único fin del hombre no solamente es comer y hacer dinero. Está la humanidad sobre el universo para ser creativo, inventivo, transformador y no solamente para vender silencio al mejor postor y subsistir así sea arrastrándose, porque no sabe otra cosa que agachar la cerviz ante la voz del que le da la vida. Si hay entereza en el alma, realismo en las acciones, el camino a la victoria se hará corto, más si ocurre lo contrario, seguiremos como estamos, viviendo en un clima de violencia, desocupación e inconformidad, cuyo rumor es tan fuerte, que opaca a lo lejos la perorata del eco de una voz que habla de grandezas, mientras el pueblo reza a DIOS porque en la tierra ya no tiene a quien pedir.