LA INCONCIENCIA, MAL DEL SIGLO

Cuando la persona toda quiere a su favor, no teniendo el derecho ni necesidades apremiantes; estamos evidentemente ante un caso de ambición desmedida y si por los medios normales no entra en razón, es que su mundo interno sufre un tremendo desequilibrio por su carencia de humanidad.

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Lo mismo ocurre con aquellos que teniendo el remedio a la mano, para el mal, no le dan solución al problema, estando  al alcance de sus atributos. Sin lugar a dudas es un visible acto de maldad y ocurre en toda  sociedad, simplemente por una mala formación que determina un estado mental incoherente por donde se le mire. Esto pasa a cada instante  y a la vuelta de la esquina y hasta deja la impresión, como sucede rutinariamente; que ya  se ha hecho parte de la existencia humana y es la causa de los más grandes males que ocurren en la población. Genera disconformidad, antagonismo, odios, resquemores y se hace extensivo en todos los sectores sociales determinando un caos colectivo y tal crisis redunda en la consecución de las metas que como todos los humanos, tienen derecho. Estas negativas acciones, como todos sabemos, en muchos casos; no están al alcance de la ley. Por esta razón, está en cada uno de nosotros, tomar cartas en el asunto y determinar vuestro grado de culpa y tomar las medidas correctivas y no seguir echando más leña al fuego que culpable somos todos. Aprender a respetar el derecho ajeno, está al alcance de todos. Si somos conscientes de lo que nos corresponde, para qué rebasar los límites que lindan  contra la moral. Nadie es dueño de la opinión ajena pero tampoco hay que ser actores de las falsedades, la acusación vana, el daño premeditado contra nuestros semejantes. Acaso no se puede vivir en este mundo, ser felices, disfrutando de lo que se tiene sin dañar a los demás. Es posible, pero debemos dejarnos de la codicia y lograr nuestras comodidades y riquezas como fruto de nuestro propio esfuerzo, Mas claro, sin envidiar a nadie. El paseo terrenal es corto y no es posible que nos las pasemos en conflictos, en actos de violencia, creando molestar en el espacio circundante. Hay que vivir y dejar vivir a los demás, porque es una muestra de vasta inteligencia, apoyar y permitir que todos se realicen con su propio esfuerzo como debe de ser y de acuerdo a sus posibilidades. No debemos esperar que la ley norme la existencia. El hombre hace la ley pero no debemos infringirla porque sabemos lo que nos puede pasar. Para que insistir en lo que no tiene razón de ser. La consumación de ideales es potestad de todo aquel que quiere trascender en el tiempo y el espacio y nadie tiene el derecho de truncar  su desarrollo por interés personal o de grupo. En este sentido; de la conducta de cada uno de nosotros depende el futuro de la patria. Si cada uno es agente del mal, se está creando un clima de violencia que no es nada bueno para las justas aspiraciones de una patria en trance  de cambios fundamentales para su crecimiento total. La tarea es grande y difícil y el reto es de suma responsabilidad por la diversidad de caracteres, pero si más prima el sano pensamiento y los nobles sentimientos, estoy seguro que poco a poco se irá encontrando la calma, la ecuanimidad, el sentido común, el raciocinio y llegará el momento que la sonrisa del alma sea el saludo diario en toda la localidad. Si no hay un cambio de conducta, la humanización en todo su esplendor, la prepotencia y todo lo negativo hará presa del ser y seguiremos como estamos por toda una eternidad porque nosotros no queremos un estado de amor y paz. De la obra de cada uno depende el éxito de las acciones en bien de la unidad nacional porque se tiene las condiciones y las armas suficientes para que en nuestro suelo reine la armonía por siempre.

 

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