Para desempeñarse y ser productivo en el escenario nacional, hay quienes lo hacen a través del saber académico y otros porque que son dueños de un innatismo sin fronteras.
Esto es una gran realidad, pero recién aparecen los problemas, cuando se trata de marginar o minimizar, las capacidades, habilidades y atributos que vienen con la persona desde su nacimiento y que sus bondades son visibles, pero menos para el que egoístamente trata excluir sus ofrendas para con la sociedad, basándose en fríos reglamentos que no propenden al desarrollo humano a través de la sabiduría. Son pocos pero son y en todas las actividades del hombre, hay quienes se ha formado en la universidad de la calle y han trascendido en el tiempo y el espacio y han dejado huellas indelebles para la posteridad por la grandiosidad de su talentos. A través del devenir de los años, son innumerables los casos de personas que han roto esquemas con su intelecto echando por tierra las opiniones ingratas, desfasadas y llenas de indiferencia de quienes por tener un título u otros honores que acredita su profesión, erróneamente piensan que son los únicos llamados a tener una opción laboral, o son los llamados a visualizar el mañana con éxito. Si una persona ostenta un grado superior técnico o universitario y trabaja o se ha pasado 30 años de servicios ejerciendo su carrera, pero fue uno más y nunca se proyectó a la comunidad ni a través de la investigación científica, contribuyó a la solución de los problemas regionales o nacionales, de ninguna manera está cumpliendo con los objetivos para lo cual se educó. Sólo es un consumista más que luce una incompetencia que se nota a muchas leguas a la redonda, así haya egresado de Harvard. En cambio, hay quienes sin gozar de gran educación, han dejado y vienen forjando huellas inmarchitables para la posteridad. La historia de la civilización está lleno de ejemplos de esta naturaleza que no lo ve solamente el que es pedante o simplemente es un inconsciente que opina desde su óptica reducida en vista que nunca dio fruto de manera planetaria. Solamente ha sido inquilino aplicado de su propia mezquindad y lo arrincona en su limitado horizonte de oportunidades, al no tener un espíritu solidario ni visión emprendedora. Cabe mencionar dentro de todo un abanico de ejemplos, a tres baluartes irrepetibles que corroboran mi reflexión de autoformación. El guitarrista nacional Oscar Avilés, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo declara Doctor Honoris Causa en guitarra, por citar en el arte. La historiadora María Rostworowski ha obtenido la denominación de profesora Honoraria y Doctora de varias Universidades del mundo. Ahora sin ir muy lejos, José Carlos Mariátegui, por la profundidad del pensamiento que trasmiten sus obras, no tiene tiempo que lo olvide ni barrera que lo ataje. Por eso los hombres valen por lo que hacen y no por lo que son. Por lo tanto se debe colocar en el umbral que se merece, a los genuinos actores del saber y que han demostrado aptitudes sin precedentes y el que sólo utilizó los grados universitarios para ganar dinero, escalar posiciones y no para servir sin esperar recompensa; ni en sueño va a tener el mismo peso del que es creativo y se adelanta a la época en que vive con ideas futuristas. En la invención, transformación e innovación, reside el aporte del que cumple su auténtico rol sobre la faz de la tierra. Lo demás es vano orgullo y de individuos con ese defecto, también está llena cualquier ciudad de la tierra. Por eso, en el arte, cultura y ciencia, los valores se miden por las novedades y primicias que ofrendan y que contribuyen a brindar bienestar y un venturoso porvenir la humanidad. Los demás podrán ser una biblioteca de sapiencia, pero nulos para diseñar el universo equitativo que todos quieren y que debe ser la verdadera morada del ser.