No tener una buena visión del mundo o del entorno donde se desarrolla la existencia no es nada halagador para cualquier persona que piensa perennizarse en base a sus buenas acciones.
Hay casos en que sin meditarlo dos veces, hay quien se rodea de personas ya conocidas pensando que lo pueden secundar en su campaña de realizaciones humanas; dejando de lado a los nuevos valores que circundan en serie y que esperan una oportunidad para demostrar sus capacidades. Por supuesto que cada cual sabe lo que hace y es responsable de sus actividades o planes de rápida ejecución. Pero en esta toma de decisiones hay que ser sumamente centrado y realista. Aquellos que toda una vida solamente han realizado sus funciones demostrando un automatismo sin límites, significa que ya no dan más y que utilizan las profesiones como un medio de ganar dinero pero que no son creativos por ninguna parte. Así juren de rodillas que van a cambiar y que tienen grandes proyectos para la comunidad, todo no es más que un sueño porque nada surge de la noche a la mañana ni por casualidad o suerte. Aquel profesional que sólo está acostumbrado a cumplir con la rutina diaria de la institución y no ve la forma de ir transformando el quehacer cotidiano en aras de una mayor productividad, es un cero a la izquierda que no pasa de ser un consumidor más así este rodeado de medallas, grados y títulos por doquier. Es que así sea egresado de Harvard pero no es innovador, transformador y con creatividad, no es otra cosa que uno más de los tantos que hay que solamente viven para comer y hacer riqueza personal pero que jamás pensarán a nivel región, país ni menos con horizontes planetarios. De ellos, qué se puede esperar. Continúan con la cantaleta de quedar bien ante los demás, mientras el tiempo pasa pero todo queda ahí no más. Utilizan la demagogia para que nadie se queje pero no hay indicios de romper esquemas como una obra imperecedera que deje huellas para la posteridad por ser una idea que sale fuera de lo común y que sirve y servirá para dar bienestar general a las generaciones presentes y venideras. La eficiencia, la calidad humana no va en relación con las promesas que se hacen. La capacidad es un atributo que se demuestra a cada instante de la existencia humana, pero no solamente cuando conviene, sino en todo momento porque la bondad del alma fluye en la persona normal, de manera innata y permanente cuando proviene de buena fuente. El hombre no es bueno un día ni malo mañana, la afectividad es una fuerza magnética que fluye de nuestro mundo interior y se proyecta hacia los demás de manera permanente por ser ésa la conducta que adorna a la persona. Aquí no valen fingimientos, ni poner buena cara y esconder las uñas. Se es ó no se es. No hay variedades de conductas en el ser. Por eso; el que ayer fue un patán, soberbio, egocentrista, desequilibrado en sus acciones; es muy posible que lo sea igual o peor, salvo que demuestre con hechos verídicos que su cambio es total. De lo contrario estamos ante personalidades perturbadas que muestran ecuanimidad en cierto momento pero cuando menos se piensa, lucen su lado negativo y el castillo se derrumba truncando esperanzas de quienes confiaban en lo que no podía ser. En este sentido todos nos conocemos, por esta razón desconocer la realidad, sería más que un pecado. Hay que destruir los mitos que se han inventado sin razón de ser. Cada día es una experiencia nueva que tenemos que asumirla sin hacer caso a los dioses del oportunismo, sino a la palabra humilde de quien es desprendido y que solo ansia servir sin esperar recompensa. De una buena elección depende el mañana promisorio de la sociedad o el futuro escabroso que depara un entorno decadente.