LOS BALUARTES DEL FRACASO

Hay personas que piensan que por tener muchos años de servicios, grados aparentes conseguidos en la última curva de la vida, tienen buena posición social, un puesto que es la envidia de todos; es suficiente como para escalar los más altos peldaños dentro de la Institución.

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En realidad, tan mentado currículo  es fantasioso. Quien durante todo su paseo terrenal solamente avanzó con lo que aprendió en épocas remotas y fue lo mismo que enseñó y con eso quiere pasar a la historia; en verdad que está viviendo un sueño. En la empresa moderna no basta la aparente sapiencia o la antigüedad, es muy importante también el deseo de hacer bien las cosas pleno de modernidad. El que solamente se entornilla en su escritorio y no más obedece al bendito protocolo y lo sigue al pie de la letra, realmente está vegetando, porque la razón de la existencia humana está en las innovaciones que pueda propender en aras de optimizar los resultados, crecer en el menor tiempo posible, marcar hitos de realización humana en todo el grupo humano. El que solo sigue la rutina diaria dentro de la institución hasta que Dios quiera, sin arriesgar en lo más mínimo,  simplemente es uno más que no encaja dentro de la empresa actual. Esos moldes rígidos ya son obsoletos. Lo que se necesita es marcar la diferencia, romper mitos y avizorar horizonte de bonanza en base a la proyección porque hay en la persona un sentido visionario y una predisposición para vaticinar el mañana. Es la única conducta que permite nuevos cambios en las estructuras básicas de la organización y que lo lleva hacia el éxito.
Para ello hay que tener calidad humana, simplificar los trámites documentarios, eliminar los pasos que están demás para llegar a la consecución de los máximos ideales de prosperidad del grupo que dirige. Pero si solo deja que las cosas sucedan porque así tenía que ser; aún estamos ante el típico ser, de mente retrógrada,  mínima visión, ego desarrollado pero que gobierna a la defensiva y que no pone en juego su pellejo simplemente porque no es su norma. Es de los que creen que mezquinando, ahorrando y no invirtiendo con amplitud de futuro, se perennizan en el puesto y con eso es suficiente. El asunto no es así. Hay que mirar más allá de lo que ven nuestros ojos. Tratar de ser popular dentro de la sociedad en que se desarrolla nuestra vida. Proyectarse a la comunidad con sapiencia y no con falsedades. Ser protagonista de la historia del pueblo y no un eterno cobrador de sueldos que no va de acuerdo con lo que hace ni con lo que piensa. En todo caso, no ser un simple consumista de los que tantos que se ve a diario; sino un auténtico creador de nuevos horizontes de ventura. Pero para llegar a ello, hay que tener convicción, dignidad, fuerza, entrega, desprendimiento, empatía. Una eminencia pero que solo obedece al de arriba para conservar su puesto y dentro de esa cúpula, creerse rey, jamás lo va hacer. El que no ha innovado su propia ruta, nunca va a transformar la de los demás. Lo que no nace no crece desgraciadamente. En este sentido, el líder  con alas de papel, tiene que hacer su propia reingeniería de su alma y los adeptos a él, pensar con el corazón que ya no hay reyes en la tierra ni sumisos tampoco, ni mucho menos serviles con grilletes y que solamente desarrolla a la sombra, la mala hierva. El verdadero hombre tiene mente universal y no se esconde en las cuatro paredes de su incompetencia, da la cara a la gloria y al infortunio porque esta preparado para salir airoso de toda contienda por ser dueño de su propio destino y no depende de nadie, sino solamente de su comprobada sapiencia y lo atestigua todo un pueblo que ve en él a un ser capaz por las virtudes que tiene y las huellas indelebles que va dejando sobre la faz del universo.

 

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