El mundo avanza contra el tiempo en base a  creatividad.

Es tan vertiginoso su paso raudo e indetenible en el espacio vital, que si ayer una norma  o equipo era de suma necesidad para la vida, hoy increíblemente resulta obsoleto. La inventiva humana no descansa ni un segundo. Cada día se dan a conocer nuevos inventos que le dan a las sociedades poderosas, una mayor comodidad en sus acciones y hacen la  existencia más llevadera. El hombre a través de su inteligencia satisface sus requerimientos con nuevos complementos pero a la vez, al incrementar el fruto de sus realizaciones, el mismo  va siendo desplazado por sofisticados y complejos sistemas a tal punto que la maquina lo puede ejecutar tan igual  o mejor que el ser humano. Mientras en otras latitudes el universo marcha así. En nuestro entorno seguimos con la cantaleta de siempre. Delincuencia, corrupción, prepotencia, desgobierno, inmoralidad. Como levantan la voz los líderes de ocasión y como se callan la boca y se adaptan a nuevas exigencias los esclavos del dinero. Vivimos a menos años luz de distancia con las grandes ciudades cosmopolitas. Mientras ellos tienen la solución a todo problema de tal manera que las quejas sean mínimas. En nuestro valle ancho y ajeno, una buena parte, felizmente no todos;  son campeones y especialistas en originarlos cada vez en mayor cantidad. De una gota de agua se hace un charco donde abunda el fango y podredumbre y de una débil fogata un incontrolable incendio donde se hace cenizas a los valores humanos, la justicia, la libertad y la conciencia. Como si fuera una competencia en la cual tiene premio el que más distorsiona la realidad, se camina en este suelo de blanco y rojo  pendón. La violencia es lo que impera y no solamente en los bajos fondos, sino también en las mejores familias y en  la alta sociedad. Un terno elegante y el cuerpo adornado con joyas, puede ser la careta que oculta al más indigno representante del delito, como una pobreza franciscana es el auténtico disfraz para ocultar una avaricia sin límites. Ya no se puede creer en nadie. Por unos cuantos billetes el inepto pasa por connotado personaje y el ser talentoso  se le confina al rincón del olvido. Todo va de mal en peor que ni el sacrosanto habito o el sagrado uniforme  es reflejo de pureza  y lealtad. Pero como cuando la cosa anda mal siempre hay esperanzas. Lo mismo sucede cuando lo que sobra es optimismo. No todo está perdido. Son pocos pero son los hermanos que a pesar de este paisaje de ignominia y  abandono moral, se elevan por sobre la escoria reinante y esbozan sus planes de desarrollo y crecimiento en aras de una patria mejor; a pesar que esto le huele a insulto sobre todo a aquellos que están acostumbrados a vivir del dolor ajeno. No se resisten a creer que los tiempos cambian. Que la política de la mentira está perdiendo piso, los eternos líderes y organizaciones  de añejas raíces pierden peso y credibilidad, los hombres no son toda la vida escuchados cuando en su mandato impera la prepotencia, no son eternos los sabios en su altar porque van naciendo otros con mayor visión de mundo. Los explotadores bajan sus dañinas potencialidades, es que ni la maldad es eterna como la felicidad tampoco. Se despintan por el sol los cetros y tronos de oro de los reyes de la casualidad. Se opacan los aires de grandeza de los  que compran voluntades para vivir sobre todo pero sin honor. Se descubre que  la aureola que denota  sapiencia era pura fantasía, después  de todo al fin al cabo sale a relucir la verdad y los ídolos de destiñen bajo los rayos del sol y lucen tal como son, el verdadero rostro de la mediocridad y la incompetencia que es la causa principal del sufrimiento humano.