LA VALORACIÓN DEL SER

Hay  personas que logran trascendencia  a través de sus años, ya sea por el saber académico  o  un fértil innatismo que le da virtudes con la cual marcan la diferencia en el horizonte del  conocimiento.

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  Hay personas que por medio de la cultura, ciencia y el arte, trasmiten una sapiencia fuera de lo común que llenan de alegría la existencia por genuinos en sus acciones con lo que rompen fronteras gracias a la sapiencia que irradian en su ofrenda singular. Por eso considero que toda persona que rige el devenir de una ciudad, debe poseer una cultura de acuerdo al puesto que ocupa y una sensibilidad y humanidad que refleje lo que piensa. Es que hay seres  excepcionales que dejan entrever una presencia divina en sus  manifestaciones cognoscitivas; por lo que es preciso  se les coloque en el sitial que se merecen  cuando están en vida y no esperar que mueran para recién darle el honor que nunca se le dio y que así le hagan un monumento, no lo van a poder disfrutar porque ya pasaron a  la otra vida. Es que de  sembrar  solamente  fierro y cemento no se vive. Si bien es cierto que las obras civiles dan comodidad y alimentan el cuerpo. No hay que olvidar, que el arte integral sustenta al  espíritu y el hombre por ser una unidad pensante, tiene una dualidad psíquica por la que es imposible satisfacerlo sólo desde el punto de vista material. Más sino se forja el ambiente propicio para que se reconforte con los efluvios que dan energía a su alma, se está creando una sociedad totalmente deshumanizada y justamente es la causa por la que las masas humanas viven en continua violencia y jamás se cristalizan los comunes objetivos de crecimiento y desarrollo. Para estar a la altura de las circunstancias; según mi humilde parecer; no es necesario haber egresado de Harvard para darse cuenta  del rol que le toca a cada uno dentro de una localidad; sino solamente tener un sentido común y valorar el talento ajeno, así la persona que está en la cúspide, no la tenga. Hay que despojarse de egoísmos baratos y darle la cima a quien se lo merece, darle el podium estelar a quien se lo ha ganado con su sabiduría y no solamente llenar de gloria a quienes con la mentira o una ambición desmedida, fingen patriotismo, cuando el verdadero interés es el dinero y no las metas solidarias  de un pueblo que ansía una libertad económica, ajena a la venta de silencios  y dignidades; que por el momento dan bienestar pero que a las finales, sólo generan  el repudio general hasta para sus generaciones venideras. Cada cual forma la  penumbra en su vida futura o una eterna claridad hasta más allá de la muerte. Más no hay que  dejar pasar desapercibido las muestras de suficiencia  de los dotados de intelectualidad.  A plenitud, hay que motivarlos con un reconocimiento cuanto están siendo parte de este corto paseo terrenal, para que gocen al menos  del aprecio general y  puedan disfrutar de esa popularidad y se sientan motivados a seguir creando hasta que Dios quiera. Pero si no se hace, es una clara muestra de deshumanización muy propia de  la persona que todo quiere para  sí mismo, por mezquina su conciencia, por reducida su visión, lo que desnuda su verdadera identidad y  denota que su casual reinado, será un olímpico debut y despedida sin pena ni gloria por no reunir las condiciones como para ser el guía y conductor de los esperanzas de un pueblo que apunta a ganador en medio de todas sus falencias, acrecentadas por la improvisación de quien negligentemente se cree con aptitudes de mando, pero que hablando en oro, no las tiene, porque se olvidó que  para conducir una población, primero hay que aprender a comportarse uno mismo y si no es así, de cuál futuro estamos hablando si se está en manos de un mañana incierto y que si no hay un cambio conductual de inmediato, el resultado final, no es difícil vaticinar.

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