Las instituciones en toda sociedad han sido creadas para brindar un servicio a los demás y con mayor razón si se tratan de entidades públicas.
No tendrían motivo de así denominarse, si en vez de ser la solución al problema, originaran vanos contratiempos. Partiendo de esta premisa, en pleno siglo XXI, es inadmisible que algunas “eminencias” sigan pensado que las normas que rigen ente, es de nacimiento divino e inamovible. Por eso es que en la actualidad, aún hay quienes tienen la desfachatez de decir muy orondos la palabra casi bíblica para ellos y es lo único que saben decir en honor a su reducido raciocinio” No se puede porque así dice la normatividad”,”ya le he dicho que no tiene derecho” y yo me pregunto y cuándo un protocolo ha satisfecho todas las necesidades del usuario. Quién no sabe que los tiempos cambian y que si ayer era útil, hoy día ya resulta fuera de época. Todo se transforma y si la persona no va al compás del tiempo, se desfasa, por eso hay quien sigue defendiendo sus antiguos preceptos que hoy ya huelen a pasado de moda. Más aún, si el jefe no tiene una visión del presente y futuro y no analiza si cumple o no con los requerimientos de la población y crea nuevos caminos de facilidades a su entorno, está invernando en el espacio. Las personas deben analizar esta situación y mejorar el sistema de tal manera que cada vez se brinde más y mejor servicio a la colectividad y no ingresar y jubilarse y seguir con lo mismo “porque así lo dice el reglamento”. Eso no es vivir ni trabajar, eso es vegetar y ser un incompetente que no merece estar donde está. Acaso sus famosas normas no han sido formuladas por humanos y como tal tienen vacíos y hasta errores que ya lindan con la insensibilidad. En este caso lo que se debe hacer es una interpretación humana de cada caso, de tal manera que no se atente contra la ciudadanía y se aplique la justicia. Nadie debe ser juez de otro sin tener asidero legal. Pero hay quienes tienen un personal integrado por profesionales o no, que no piensan más allá de sus narices y siguen soñando en sus puestos bien plegados a la regla y no se salen de ella porque son incapaces de razonar en aras de dar soluciones. Esos tipos de entidades los conocemos todos, ¿quién no ha sido víctima de sus desaciertos en la cual me incluyo? Consideramos desde nuestro punto de vista personal, que si no se brinda una ventana de salida a la desavenencia del concurrente, es porque es un individuo de mente retrógrada y que utiliza sistemas obsoletos de acción y así este adornado de los títulos habidos y por haber, está a la altura del que no sabe nada. Es que hay quienes llegan a tener un puesto de trabajo no por capacidad sino porque son parte de la cúpula que a veces impera en ciertos sectores, por amistad, familiaridad, favores nada claros y de la noche a la mañana se encuentran en la gloria y solamente van por el sueldo que le pagan pero no tienen convicción y esos son los autores de los más grandes errores que causan sufrimiento en los grupos humanos. Es que ya es una costumbre nacional que haya fulanos que su ineptitud es cubierta por una aureola de sapiencia que no la tienen pero ni en sueños. Es muy cierto que la ropa, el uniforme, los lemas y las poses de sabiduría, a veces son un camuflaje perfecto para ocultar una incompetencia que se nota de lejos. Ojala que por el bien de la sociedad vengan mejores tiempos y se hagan los cambios necesarios en vista que la población no tiene porque sufrir de las incongruencias de los que hasta ahora no saben a qué han venido a este mundo. Hay quienes han nacido para ser sumisos, serviles, y obedecer calladamente a lo que ya está escrito, creerse muy eficientes, decir “si” o “no” a todo, pero desgraciadamente no tienen el don de ser humanos, sino más bien destilan hiel hasta por todos sus poros, pero se creen muy buenos cuando bajo la careta de bondad esconden el tenebroso aguijón de la maldad por ser simplemente oportunistas en el escenario laboral.