La mayoría de los problemas que aquejan a las sociedades, no son producto de la casualidad ni por absoluto desconocimiento del caso.
Se sabe a conciencia la forma que deben actuar y si ocurren desaciertos es por que la misma persona lo permite y admite en toda su plenitud. Ocurre que se comprometen a tantas cosas con los demás o con quienes lo circundan, a los que tarde o temprano tienen que cumplir y a la hora de saldar cuentas, recurren a medidas no tan acertadas para el entorno cercano, que en un tiempo no lejano, va a desnudar su falta de sentido común para solucionar los inconvenientes que se presentan a lo largo de la existencia pública. El peor error es que se subestima a los grupos humanos del lugar, en este caso; el pueblo. Suponen que no se van a dar cuenta, o que se actuó sin saber, que se le va a perdonar, etc. Cuando la realidad es otra. Se trata de llegar a la cima de los propósitos, sea como sea, arrasando a todo el que se pone en el camino, invirtiendo sumas millonarias de dinero, como si tuvieran que cumplir un capricho y nada ni nadie se debe oponer. Esta casi enfermiza pasión, ha llevado a la tumba a muchos ilusionados en el poder. Ocupar un sitial, un puesto, una dirección, una jefatura, cualquier puesto público, una gobernación; no es lograr un trofeo, una meta, una hazaña para satisfacer el ego nada más y decir muy orondo ¡ahora ya soy! El principal objetivo es servir a la comunidad sin esperar recompensa, en este caso, el que no tiene vocación de servicio y sus fines son otros, por gusto esta en el sitio que se encuentra porque su ingreso puede significar un debut con honores y despedida casi fúnebre. Como siempre ha ocurrido que cuando vienen los cambios de equipo, el final es desastroso. Que yo sepa, a nadie le han pedido que se quede en el puesto que ocupó. Al contrario, están apurados que se vayan rápido y no vuelvan más por sus desacertadas acciones cuando estuvieron en el trono de honor. Más, qué se debe hacer para que esto ya no suceda nunca. La única forma que esto no ocurra jamás, es que todos deben llegar a donde quieren ascender, solamente por medio del conocimiento actualizado. Ninguna otra forma extraña ni ajena debe intervenir en la ruta hacia la gloria. Absolutamente nada. Sólo así se evitará el pago de favores, por apoyos económicos, desarrollos de campañas, publicidades adrede y muchas cosas que muy bien lo saben quienes han transitado en pos de un escaño dentro de la localidad. Como se puede apreciar, el compromiso es grande porque tomar las riendas de los entes que rigen los destinos nacionales es más que un sagrado deber. Es un apostolado, un sacerdocio que se debe cumplir para satisfacer las necesidades primarias, especialmente los de extrema pobreza. En su realización total, no caben falsas promesas, mezquindades, sobreprotecciones a propósito, encumbramientos de los buenos para nada, porque el terruño que nos cobija, merece respeto. Por eso se exige que la justicia, la identidad regional y nacional, una cristalina conciencia, la dignidad, la moral, la calidad humana; es lo que debe primar en todo momento y debe estar por encima de todo interés individual o de grupo. La consecución de un ideal, para nadie es raro; no es tarea de una sola persona, si no de todo un conjunto de personas. Por esta razón, es primordial rodearse de los mejores profesionales de mentes pensantes y con creatividad comprobada o gente de experiencia plena de habilidades e innatismo para que tenga éxito en la gestión emprendida. Si hay improvisación en la designación del equipo adjunto, los resultados nada óptimos, no se dejarán esperar. Ojala que esta reflexión dicha con el corazón, encuentre terreno fértil en todos aquellos que aman a la patria por ser un suelo de tradición y con futuro promisorio.