FUE UN SUEÑO FELIZMENTE

De  un momento a otro me empecé a mirar como cuando era un niño y recorría los mismos caminos de mi infancia lejana, la casa, los campos, los amigos que ya nunca los volví a ver, la misma familiaridad, mi perro y mi gato querido que en sí, eran mis juguetes que me duraron en todas las navidades de mi niñez perdida.

 

luzme-9

El  demasiado cariño de mi madre. Ella estaba pendiente de mí, hasta cuando se paraba una mosca en mi cara; no podía dar un paso, cuando ya tenía encima, una advertencia de ella. El rostro siempre serio de mi padre, que solamente estaba a la espera de una travesura nuestra para darnos la gran paliza del día. Poco a poco me veía más desarrollado, estaba en la adolescencia,  ya me había enamorado y apenas se enteraba la mamá, ya me estaban llamando la atención porque según ella, yo estaba muy chico para enamorarme. Recibía con asombro la noticia mi padre y por supuesto las continuas llamadas de atención no se hacían esperar. Me designaban los amigos, pero ellos si tenían libertad para todo. A la hora de estudiar una carrera, me elegían lo que yo debería ser, jamás pude opinar sobre nada. Mi vida la manejaban otros, yo no era dueño ni de mis ideas, tan sólo era dueño de mi ropa y un montón de ilusiones y sueños que se quedaban truncos cada mañana cuando amanecía.

El mundo que me habían enseñado era demasiado pequeño. Mi casa, mi provincia, mis padres, y algunos amigos previamente seleccionados. Pensaba que más allá de ellos no había más existencia. Pensaba que  de esa manera iba a ser toda mi vida y me había acostumbrado que todas las cosas importantes tenía que hacerlo con el consentimiento de ellos y que la plata para vivir tendría que proporcionármela mi padre y la ropa que debía usar, sería elegida por la  madre. Ah y si me enfermaba, tenía que tirarme a la cama y mi madre iba corriendo a llamar al médico para que me cure, sino sentía morirme. Todos mis pasos los daba con la venia de mis padres, era tanta la dependencia de ellos que sentía que el mundo se acababa sin su presencia. Me sentía menos, tenía miedo enfrentarme al universo, me sentía angustiado, no tenía confianza en mí mismo, me sentía inferior a todos, tenía complejos pero para mí me parecía lo más normal de la tierra, tenía miedo a todo. Yo solo, no tenía las fuerzas suficientes como para pensar en mi propio futuro, aprendiendo algo que me serviría de base para formar una nueva familia. Tenía alas pero no sabía volar. Tenía pies pero no sabía correr. Tenía cuerpo pero no sabía para que Dios me lo había dado…. De pronto siento un ruido extraño…me despierto… y me doy cuenta con alegría que todo era un sueño felizmente y me pude dar cuenta al meditar lo ocurrido,  que eso es lo que le  pasa a una gran mayoría y si hubiera sido así mi caso, hoy sería un drogadicto, un alcohólico, un delincuente o una  persona negativa a la sociedad porque el que se cría de esa manera, se encuentra con las manos atadas para enfrentar al mañana porque nunca tuvo tiempo para pensar y crear su propia identidad y enfrentar a la vida con una personalidad definida.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *