EN POS DE MEJORES TIEMPOS

En la actualidad nuestra patria se mueve dentro de un mar de promesas en la cual cada cual se quiere posesionar de las preferencias populares con el fin de ejercer gobierno.

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Hay una especie de contrapunto en  que nadie quiere perder. Todos tratan de tener las primicias  e intentan convencer que tienen la razón y son dueños de la verdad. Todo tiene similitud a un fantástico mercado en la cual cada uno oferta su mercancía y dice sus bondades casi divinales, mientras que los compradores miran atónitos entre la duda y la creencia que si lo dicen es cierto o no. En realidad esta oferta y demanda de promesas no hay que darle tanta credibilidad en vista que todos nos conocemos. Hay quienes merecen toda la aceptación del mundo porque siempre dejaron huellas de bondad, pero otros  que siempre caminaron entre el abismo y la bonanza, hay que mirarlos con cierto respeto. No es posible equivocarse dos veces cuando el enfermo esta grave. Lo que hay que hacer  es oídos sordos al que vende fantasías y apoyar de todo corazón al que esgrime muy centradas sus estrategias de trabajo para brindarnos una patria  mejor. Los que atizan el fuego al candelero no son justamente los que trabajan por nuestra tierra con alma vida y corazón sino los que han hecho un  negocio redondo con la transmisión opiniones sesgadas o  verídicas pero que ocultan un fin económico  de la cual viven pero que esos dividendos queman en sus manos por ser mal venido por donde se le quiera mirar. En este sentido consideramos que todas las acciones en la que  está en juego los destinos de la población deben ser tratados pero con toda la seriedad del caso y no como si esta fuera una feria en la cual se ofrece hasta un viaje a la luna con estadía gratis. No se está disputando un botín sino los destinos de millones de peruanos que buscan una luz en la oscuridad de la noche y que le permita vivir con honor.  Es preciso tener en cuenta por siempre y de una vez por todas que Patria es el territorio libre y soberano que nos legaron nuestros héroes y hombres de gran valer y que debemos mantenerla así por siempre para que las futuras generaciones puedan cristalizar sus más caros anhelos de realización personal. Entonces, los que quieren encadenar las libertades personales, las conciencias y endosarlas al mejor postor, no tienen cabida en esta transformación de la nada hacia la cumbre del progreso. No hay que pintar un arco iris donde todo es oscuridad. Lo que se quiere es que se diga las cosas como con veracidad y las proyecciones que son posibles de realizar y no los sueños que más tarde se pueden tornar en horribles pesadillas. Y ¿quiénes van a ser los culpables?, nosotros mismos porque hay todavía quienes tienen la costumbre de hacer un circo así no  sea julio. La seriedad en las apreciaciones y la responsabilidad de encarar el futuro pero con verdadero patriotismo es lo que debe imponerse a estas alturas del partido. No hay otra fórmula salvadora ni que sea capaz de hacer milagros. La cordura es lo que debe imperar en estos casos. La costumbre de dorar la píldora, de camuflar con oro lo que es de plomo, que se acabe de una vez. Hay que romper esa costumbre de aceptar todo lo que viene con resignación “porque no se puede hacer otra cosa”. En los deseos de transformar nuestra mente y que ese halo irradie energía y contagie todo nuestro entorno, depende el nuevo Perú que se quiere formar. Si cada cual sigue con la idea “que solo me interesa lo mío y nada más”, seguiremos en las mismas, reclamando progreso a quien no nos los puede dar porque las capacidades no se compran en el mercado ni se alquilan a precio cómodo;  si no que nacen con uno o se cultivan diariamente con las buenas acciones y que no tiene  creatividad, lo único que le queda es alinearse a los nuevos cambios  porque ya no es una forma de vida, es más bien denigrante  cobijarse bajo la sombra del poder para reinar plácidamente mientras los demás padecen horrores.

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