CUANDO PRIMA EL INTERÉS

Dentro de las inverosímiles conductas humanas, tenemos la de aquella persona que cuando quiere un servicio, un favor más allá de la razón,  está detrás de  uno, es pura sonrisa, se torna demasiado buena gente.

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Brinda regalos, te halaga sin medida. Pero una vez  que se le ha servido como quiere, ya no conoce y hasta se vuelve indiferente y apático, poniendo una cara de pocos amigos y ya no regresa ni por el vuelto, inclusive ni conoce, ni contesta las llamadas por distintos medios de comunicación y se porta con un aire de suficiencia que denota su escasa identidad.  De esta especie de mal agradecidos, hay abundancia en el mundo, pero que solamente son personas interesadas que lo único que les gustan es que le sirvan, más no son capaces de dar nada de sí.  En realidad es errada su actuación, porque deben pensar esos individuos oportunistas que las necesidades no son solamente una vez en la vida. Vuelve a recaer en la misma persona y sino,  le cae a algún familiar, pero el asunto es que se repite la historia. El hombre no puede vivir aislado de los demás, peor aún sino es dotado de innatismo, habilidades y aptitudes que marquen la diferencia en el cotidiano vivir. Siempre va a tener que recurrir a otro, para realizarse en el lugar donde reside. Por eso no sirve cantar  victoria antes de tiempo, porque nadie está libre  de necesitar de otros para seguir por el camino de la vida. La existencia es una continua acción de dar y recibir donde no hay espacio para el que cree que todo lo tiene y nunca va a necesitar de nadie. Es un craso error que en cualquier momento caro paga. Más ¿qué ocurre cuando nuevamente necesita? Como es sinvergüenza, se baja de su nube de orgullo y vuelve nuevamente con su sonrisa hipócrita para que le hagan caso y ahí es  cuando va a recibir en carne propia, de su misma medicina. Más todo no queda ahí; resulta que esa forma de existir de cada persona que se porta así, esa inconducta aflora por los ojos y en toda manifestación corporal, es que en verdad, eso que encierra en sus entrañas, es su real personalidad y que la va a lucir por el resto de su vida en todo lugar, en su casa, en su centro de trabajo, etc. Esta es la causa porque en la sociedad, reina el caos, la crisis social y moral que  no tiene cuando acabar porque nos vemos caras, pero no nos vemos corazones, donde al que se descuida se le acuchilla por la espalda y muere. Entonces, como es que se quiere tener una mirada magnética, carisma, personalidad, caer en simpatía; hablar en público; si por afuera se  luce una careta de falsedad y por dentro está la real faceta de la persona y que no es nada halagador. Con una mente así,  una entraña enferma de egoísmo, qué puede comunicar esa persona en público, si tiene el alma herida, su ego demasiado desarrollado y solo alberga negativismo en su corazón. Por eso es que en la vida diaria nos encontramos con personas con cara de culpables, serias, que no hablan, agachan la cabeza, no son comunicativas, son callados; cambian de parecer de un momento a otro; es que ocultan algo y es la reacción propia de su mundo interior. Es que para que aflore bondad en un ser. Tiene que ser totalmente espiritualizado, humanizado y ese estado solamente se consigue, cuando la persona es realista en todo el sentido de la palabra. Es condescendiente,  solidario y no hay otra forma de lograrlo, solamente haciendo el bien, teniendo una vida plena de desprendimiento, entrega, convicción moral, dignidad y honor. Por eso es primordial, previo análisis a conciencia de las facultades mentales, personales, complejos, prejuicios y falsos comportamientos y creencias; determinar la ruta a seguir conjugando la experiencia de ayer con la realidad presente y apuntar a ganador porque nunca es tarde para empezar si aún queda algo de amor y paz en el ser.

  

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