CON VISIÓN UNIVERSAL

Si se tiene en cuenta que patria es el terruño sagrado donde la vida florece con su mejor color,  teñido por el rojo de la sangre de nuestros héroes y adornado por el blanco de la paz; servirla es uno de los más grandes honores que  puede deparar la vida.

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En este sentido, si se llega al gobierno y se desarrolla una labor en sus distintos matices, no debe ser por interés. No es como a veces alguien en forma desatinada  comenta, que tratará de recuperar los dineros invertidos en la campaña,  como si hubiera sido una obligación  hacer tanto derroche de bienes económicos para convencer al elector, o  fuera un negocio rentable en la que tiene que hacer la recuperación de sus capitales. Ceñirse una banda  y ocupar un escaño nacional es para trabajar por el país, por supuesto que nada es gratis, todo tiene que ser remunerado, pero no tomarlo como si hubieran hallado la cornucopia de la abundancia y tienen que servirse a manos llenas de la oportunidad que le brida la vida. Tienen que pensar que una vez que se acaba su periodo gubernamental, nuevamente volverán  a la vida de antes. Más como ya es costumbre nacional, que nadie acaba  su reinado con honores, disfrutado bien o mal  del poder, nuevamente se le verá por la calle con la cara de siempre y no faltan quienes son hasta repudiados por sus malas gestiones. Claro, quienes están acostumbrados a la indiferencia de la población porque no tienen sangre en la cara, ni les va ni les viene, les da lo mismo. Pero el asunto no es así. Por dignidad humana se debe propender a realizar lo mejor, en el sitial que se encuentre para que de esta manera el pueblo lo recuerde toda la vida. Este debe ser el verdadero objetivo de todo hombre de bien. Porque nadie en su sano juicio puede desempeñar una función y a propósito cometer yerros para después ser repudiado por su misma gente que no quiere ni verlo.  Es inconcebible que  alguien postule pensando en los miles de soles que pueda ganar, peor aún si no reúne las condiciones como para tomar las riendas del porvenir de un sector del país, desde ya va camino a una muerte anunciada con luto y capilla ardiente. Hay que tener en cuenta que no se vive solo en el mundo como para aceptar los requerimientos  de masas enfervorizadas que sobrevaloran aptitudes y lo lanzan a la palestra. Es que dicho triunfo, no tiene el brillo de una estrella, sino el sabor amargo del  oportunismo y de la casualidad. Por lo tanto, desde ya se viene  vislumbrando una caída estrepitosa y se avizora la indiferencia que no lo va a salvar ni su Ángel de la Guarda. Si se sabe hasta demás el futuro que le espera, ¿no me explico por qué algunos no caminan bien? Se asesoran mal, se rodean de los que menos los merecen. Acaso les agrada  que su propia gente después lo odie sin clemencia. Si cada cual se diseña su camino  a la gloria o al abismo del olvido. Los recuerdos tristes uno mismo se los edifica y las tarde  de éxitos, cada cual se los construye con  la batuta del acierto. En el devenir de las realizaciones humanas, nadie tiene la culpa de lo que ocurra, sino la misma persona. Entonces, el sentido común es lo que debe primar en todo momento exento de caprichos,  preferencias o toma de decisiones apuradas por el influjo de la ineficiencia. En dejar huellas imperecederas para que sirva de caminos y horizontes  a las  generaciones venideras, reside la verdadera grandeza de los hombres, lo demás es fantasía, sueños, demagogia  y pasos en el aire y de la irrealidad no vive el ser humano. Solo trasciende siendo cultor de la verdad, irradiando desprendimiento, con entrega sincera, ofrendando calidad de vida, pensado que cada corazón palpitante es un hermano del mundo nuestro de todos los días.

 

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