RASGOS DE LA MODERNIDAD

En los tiempos actuales, el uso del ordenador se ha hecho más que una costumbre, una necesidad. Simboliza modernidad su presencia en una institución.

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Hasta se mide la eficiencia de los grupos humanos por la cantidad de equipos de este tipo que se posee para realizar sus funciones diarias. Más tiene que ser de última generación, de lo contrario su lentitud origina incomodidad en las funciones diarias de los usuarios. Toda la actividad de una oficina  gira en torno  a este invento tan popular. Tan es así que si se malogra o no hay energía eléctrica, se paraliza todo. De inmediato se escucha la consabida palabra “no hay sistema”, La computadora se ha convertido en el brazo derecho de los trabajadores y acorta las distancias ya que hay empresas que las computadoras están conectadas en red y  una Lap Top,  hoy por hoy es la inseparable compañera de algún ejecutivo. Es que acompaña hasta en el hogar pues fácilmente se le traslada debido a su pequeño tamaño. Como en todo adelanto hay un riesgo,  este caso no es la excepción. Por los diálogos  que se escuchan en varias oficinas  que prestan servicio público – “no se le pude tramitar su pedido porque el requerimiento no aparece en la pantalla”, “no tengo la orden de pago en el sistema” y algo así por el estilo en la cual da la impresión que el hombre se está convirtiendo en esclavo de la máquina y que nada puede resolver por sí solo. En vista de ello, ya la palabra no vale, si no hay orden en la bendita pantalla, nada se puede hacer. De acuerdo nuestro punto de vista, consideramos que si bien es cierto que presta  una gran ayuda porque nos permite aligerar y  resumir el trabajo, por otra parte el hombre se está compenetrando tanto y tanto con  ella, que hasta se está olvidado de pensar.  Ya la palabra no vale, sino todo lo que figura en el ordenador. Se está dejando de lado el “yo te dije”, “te acuerdas que te avisé”, “Tengo orden de fulano que me atiendas”, “Te lo hago por escrito”, “Vengo de parte de fulano de tal”. Consideramos que la afectividad debe existir porque es imprescindible, no es igual una carta escrita a mano que por medio de  un Correo Electrónico. No es igual tener un libro en las manos y leerlo, que recrear la vista en un documento de una  biblioteca virtual. En este sentido, los mensajes personales tienen una altura que jamás lo opaca una imagen fría, aunque expresiva, de la pantalla de plata. Por esta razón, así nos preste una gran utilidad, de ninguna manera la persona debe actuar como un robot. Siempre debe actuar según los efluvios de nuestro ordenador biológico que viene a ser el cerebro que es capaz de dominar el cuerpo y hacer de cada persona un genio intelectual y pleno de bondades. Esto quiere decir, no porque hablo Inglés voy a pensar como una persona natural de los EE.UU.   La identidad, afectividad, el don de persona, empatía, calidad humana, jamás se debe perder porque son rasgos humanos que la máquina por muy sofisticada que sea, no tiene. En esta transmisión de humanidad, resulta el hombre irremplazable, así los amantes de la cibernética lo nieguen en todos los idiomas y juren de rodillas. Si  bien es cierto que hay que hacer acopio de todos los instrumentos que exige el mundo cambiante, el cielo afectivo de la persona debe permanecer igual y la conducta debe ser de acuerdo a la necesidad de los demás. Jamás se debe olvidar que todo trabajo que se realiza, es pagado por el empleador para que se brinde  un servicio hacia los de nuestro entrono de manera total. Esta actividad debe ser plena de solidaridad y objetivos comunes y no con las características como si estuviésemos haciendo un favor. ¡Sirve como quisieras que te atiendan a ti!

 

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