POR LA RUTA DE LA VERDAD

Vivir de las apariencias, fingiendo lo que no se es,  pero lo único que se quiere es sacar provecho personal en ciertas personas, se ha hecho una forma de vida.

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De la noche a la mañana, aparecen líderes y tras de ellos toda un ejército de partidarios que juran fidelidad, entrega y sudar la camiseta en todo momento, pero todo no es otra cosa que buscar sacarle partido a la situación. Cada cual debe formar con sus capacidades y conocimientos su hoja de ruta y lograr su bienestar pero para ello es también muy necesario que los que ostentan el poder brinden las oportunidades para que cada cual pueda desarrollarse en lo que sabe. No es nada alentador un pueblo laborioso manejado por quienes no tienen una visión de crecimiento y desarrollo sostenido. Hay una serie de ideas maravillosas, proyectos geniales que si se llegasen a realizar, el mundo sería distinto. Hay mentes  creativas que si se le diera la oportunidad, cuántas calamidades se hubieran evitado en el orbe planetario. Es que ayer y hoy, siempre hubo grupos que dominaron a los demás con una gran dosis de egoísmo y no dejaron que en todos afloren sus pensamientos maravillosos. Por eso es muy importante la libertad mental de tal manera que cada cual pueda expresar lo que siente, pero ocurre que hay personas que quieren que los demás piensen igual que ellos, sin ser eminencias humanas. En ello hay algo de partidarismo, fanatismo por la que se le crea una aureola casi divinal a personas que no lo merecen pero aún siendo así, se trata de convencer a otros para que  se adhieran  a la falsa imagen de intelectualidad. Es cierto que se debe trabajar en equipo pero hay que seguir los pasos al que se lo ha ganado por su propios méritos,  por su capacidad demostrada y no al que es producto de la publicidad o porque el mismo se proclama de ser lo máximo en talento. Lo que se trata de dar a entender es que no debemos ser promotores de la mentira, hay que darle a las personas el sitial que se merece pero con honestidad  y prudencia y no crear falsos ídolos de barro que apenas llueve se desintegran. Vivir no es crear un mundo de fantasía e ilusiones y querer que todos se cobijen bajo esa nube. No es aferrarse tercamente a una idea y querer que todos  sigan por el mismo rumbo. El hombre debe decidir voluntariamente lo que más le conviene pero despojado de todo tipo de interés. Jamás aceptar las cosas solamente por quedar bien con otras. Ni mucho menos hacer fuerza común con lo que no puede ser ni será tampoco. Por eso es que tantas personas en cualquier parte de la tierra,  una vez que están en la cima de la popularidad, se derrumban como un castillo de arena y se los lleva el viento para siempre.  La verdad debe anteponerse ante todo intento de manchar la realidad de los sucesos. Las grandes obras que ha hecho el hombre a través del tiempo y la historia, tuvieron un basamento verdadero. Nunca la falsedad fue la iniciadora de algún hecho importante. Sólo ha sido originadora de escándalos y los que la ocasionaron pasaron al olvido y si son recordados es para afianzar el negativismo de algunos seres que en plena época de modernidad piensan que sólo mintiendo se logra la victoria,  cuando no es así.  Decir las cosas como son y sin ninguna amenaza o impedimento, poseer una mente sin barrotes, una inspiración sin grilletes, es la única senda  para descubrir nuevos senderos de transformaciones e invenciones y que permitirá una vida mejor a toda la humanidad. Llegar a ese logro, todos estamos en condiciones de asumir el reto, siempre y cuando el grado académico y cultural sean las fuerzas que motiven la existencia del hombre.

 

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