Hay personas que tienen cualidades especiales por la que su innatismo causa admiración entre propios y extraños, poseen unas virtudes que sobresalen por encima del común de las personas.
Generalmente están relacionados con el arte integral, pero ocurre que muchos de ellos solamente dan sus albores de calidad en ciertas etapas de su vida, generalmente en la juventud y cuando pasan los años, se van dejando de lado. Esto ocurre, porque se casan con una persona que no le gusta lo que practican y lo sacan de su rumbo, porque no tiene apoyo ni valoración de las personas indicadas para hacerlo y porque hay un interés económico desmedido. Por eso siempre he escuchado de quienes eran futuros prospectos artísticos y que están en sus cuarteles de invierno y no por la edad sino porque se han retirado por voluntad propia. ¿Ya no cantas?, ¿ya no tocas?, Ya no escribes?, Ya no bailas? Y la respuesta es la siguiente. “Ufff, eso era antes”, “ya me amarré y la cosa ha cambiado”, o “Ya no hay tiempo”, “Nadie paga nada” y así por el estilo. A raíz de ello es que la presente reflexión está dedicada a todas las personas que han nacido favorecidas por la providencia pero que muchas veces por la indiferencia reinante, dejan el camino de la virtud por otro y se pierde un artista en potencia. De acuerdo a nuestro humilde de entender, consideramos que a las personas que dan muestras de aptitudes que muy bien pueden ser útiles para la sociedad, ya sean los padres, esposa, autoridades, instituciones, y Estado, todos de manera conjunta, sin que alguien pida por ellos, deben brindarle todo tipo de apoyo para que cristalice sus ideales de grandeza total, como lo viene haciendo la Universidad José Carlos Mariátegui. Esa veta de sabiduría no puede de ninguna manera andar a la deriva, hay que brindarle la ruta de la gloria pero de corazón, no solamente por cumplir, sino porque es un deber darle la mano a esos seres que no nacen todos los días, pero que vienen con una fuente interior capaz de llenar de belleza al mundo. En este sentido, no basta ser un especialista en Harvard como para no comprender que sí es muy importante el crecimiento de las ciudades, también es preponderante el desarrollo de la persona humana y pueda alcanzar todo lo que se propone. Hacer que un hermano se sienta útil con lo que sabe es la mayor muestra de humanidad. Colocarlo en el sitial que con todo derecho tiene ganado, es la más justa decisión de los que tienen el poder. Diariamente se escucha en todos los medios informativos la presentación de innumerables proyectos, pero ojala me equivoque; hasta ahora no he escuchado uno que revalore al talento natural y se le reincorpore al ámbito laboral como todo mortal se lo merece. Se han dado leyes sobre leyes, pero ninguna se cumple. No quiero pensar que vivimos en un país en la cual hay que, gritar, tirar piedras, demostrar inconformidad, tomar las armas para que se cumpla los derechos de las personas. O no estamos acostumbrados a cumplir con lo que mandan las leyes. Nada cuesta darle el sitial que les corresponde a los demás, ¿Por qué se olvidan de los auténticos creadores de un mundo nuevo? Hay que ponerse la mano en el pecho. No se le puede pedir luz a las tinieblas. Si el saber académico es una sublime aptitud que propende bienestar, la producción artística es un complemento que hace más llevadera la existencia. Como se podrá apreciar, se complementan. Ya no estamos en el tiempo que los pueblos para surgir solamente requieren de más vías de comunicación, más tierras de cultivo, agua. También es importante la educación, el arte, la cultura. El hombre no solamente vive de un buen sueldo, su carro, casa y vida nocturna. De igual forma necesita de la música, el teatro, la danza que es el alimento espiritual del hombre. Por eso me pregunto Y ¿Qué se está haciendo por este logro?