Nadie es tan inteligente como para hacer acopio de todo el talento humano. Ni tan falto de cerebro como para no poder aprender nada.
Todo está en querer ser la persona que uno se imagina, después de haber descubierto para qué es bueno en este mundo. La persona tiene que tratar de dotarse de gran sabiduría para ocupar un sitial en la sociedad. Muchas veces por las cualidades innatas que se posee, ya sean habilidades propias, visión en los negocios, actuar en el momento oportuno en que las circunstancias están a su favor o predisposiciones especiales para tal o cual actividad u oficio, especialmente en las artes. Les permite un éxito general sin conocer muy de cerca los Centros Pedagógicos, Tecnológicos o la Universidad. Ellos se gradúan en la Universidad de la vida en base a haber adquirido el saber popular. Otro sector logra su apogeo estrictamente con el saber académico y trata de escalar los más altos peldaños con el fin de ser más útil a la sociedad. Según las armas con que se cuenta para enfrentar los retos del presente y del mañana, o sopesando lo que le falta para salir airoso en el encuentro por la felicidad, se diseña la ruta a seguir. Pero hay otro sector algo numeroso que no se analiza y ni sabe para qué ha venido a este mundo y si lo conoce se calla, porque se ha dado cuenta según su raquítico pensamiento, solo basta arrimarse al árbol que da buena sombra y asunto solucionado. Y así vive, al acecho de lo que está mal parado para hacerlo suyo, aparentar sapiencia y se dedica a vivir a costa de otro a cambio de negociar su conciencia. No cree en santos ni curanderos, con tal de estar en la candela y ser protagonista, según él; del desarrollo sostenido de su suelo. Se la juega el todo por el todo, defiende a capa y espada a quien la da la vida y lo falso pasa por cierto y lo cierto por falso. Encuentran su campo de acción en los líderes de la oscuridad, aquellos que todo mandan a hacer con otros, pero ellos se llevan los galardones. Como se podrá apreciar en esta apretada reflexión, se distinguen claramente tres clases de personas: los de sabia natural, los académicos y los muy vivos que viven de los dos primeros cuando intentan realizar acciones ajenas a sus costumbres sólo por satisfacer su ego y se lanzan tras lo que nunca hicieron con el fin de aumentar su campo de realizaciones y convertirse en un todopoderoso en vista que los imposibles no existen para él. En esta toma de decisiones hay que tener mucho cuidado porque no todos los sueños se realizan. Por querer abarcar todo, muchas veces se quedan sin nada y lo más triste, con la imagen deteriorada de la cual algunos no levantan jamás. De acuerdo a nuestra opinión muy personal por cierto, el hombre es capaz de llegar a las estrellas siempre y cuando, tenga cualidades para ser astronauta, de lo contrario lo que va a pasar es que va a terminar estrellado. Lo que quiero decir es que cada cual puede emprender las rutas más inverosímiles y culminar con éxito, siempre y cuando tenga vocación para arriesgar su integridad física y mental en aras de consumar metas trazadas y delimitadas por un tiempo determinado. Para ello hay que recibir una preparación basada en métodos, estrategias modernas de avanzada y calidad humana. Muchos diseñan su futuro teniendo en cuenta esas premisas solamente haciendo caso a su sentido común, mientras otros tienen que seguir largo estudios para consumar compromisos de grandeza humana. Sea cual fuere la forma de actuar del hombre, es preciso que recuerde, no hay que confiarse ni del momento en que se vive ni de sus capacidades, hay que marchar según las transformaciones que dictan las civilizaciones y previa adaptación a nuestra realidad, no perderlos de vista. Es que no solamente con velocidad se llega primero y se rompe la cinta con el pecho en señal de victoria, el verdadero hombre, gana con inteligencia.