Por el momento eleccionario que se está viviendo, diariamente surgen acaloradas conversaciones y por todas las formas de difusión, se hace llegar a la colectividad en la cual cada uno levanta sus voces acaloradas defendiendo tal a cual color político.
No estamos en contra del partidarismo de las personas, ni de sus preferencias políticas. Cada cual puede defender a la ideología que le agrade. Lo que no nos parece correcto de acuerdo a nuestra humilde y sincera opinión, es atizar el fuego a la hoguera de manera desmedida originando desconcierto en la comunidad. La palabra por ser un don sagrado, propio de las personas inteligentes, no debe ser utilizada para insultar, agredir, hacer quedar mal a los demás con el fin de manchar su imagen de futuro mandatario o congresista y sacarlo de carrera. Los ejemplos están a la vista y paciencia de todos, diariamente le encuentran a los candidatos errores, deslices que jamás se dijeron o se denunciaron a su debido tiempo. A estas alturas del partido cuando ya se juegan los descuentos, porque ya queda poco para la justa electoral, salen a la luz unas cosas que si son ciertas o no, las autoridades pertinentes deben encargarse de esclarecerlas, pero ocurre que todo no pasa de comentarios adversos de seres que no son la justicia. En este caso, el fin es difamar con fines nada honestos que desdicen mucho de las personas. Consideramos que una contienda de esta naturaleza no es una guerra, sino una unificación de preferencias en aras de elegir lo que al Perú más le conviene. No es un conflicto interno entre peruanos que se pelean por un botín. No seamos enemigos de nuestra propia sangre que todos pueden tener la oportunidad de ser gobierno siempre y cuando reúnan los requisitos que se requiere para tomar las riendas del país y llevarlo al umbral de la gloria. De acuerdo a la ley, se permite todo tipo de propaganda pero no el combate sucio por el poder. Si por ungirse el cetro de mando se llega a la discordia y la altura que deben mantener se pierde, entonces como será cuando ostenten un lugar en el estado peruano. Consideramos que la serenidad, calma y comprensión es lo que debe primar en estos momentos. Exponer sus proyectos en bien de la patria pero con la cordura del caso y no vender ilusiones por doquier y lo más importante. Aquel que se ilusionó en participar y ahora ve que las preferencias son mínimas, mejor dejar el camino libre que el mundo no se acaba el 09 de abril, ni tampoco se debe pretender querer volar antes de haber aprendido a caminar. Todo tiene su tiempo y ser ecuánime y comprender una vez más que primero hay que sembrar para cosechar. Analizarse a conciencia, si la persona nunca dio nada de si a favor de las clases más necesitadas, entonces como quiere que le den su voto. Está pidiendo lo imposible. Gobernar el país no es un logro más en la vida, es el más alto honor que le concede al pueblo al líder verdadero. No es el hecho decir “ya soy de todo, ahora me falta legislar”. Hay que tener vocación de servicio. El que no la tiene mejor que se quede donde está de lo contrario recibirá la condena de la historia. El que solo vive para si mismo, encerrado en su círculo de grandezas, halagado dentro de su grupo de condicionales pero que no comparte con nadie parte de su sapiencia, no tiene calidad humana, no es solidario y no es justo, jamás tendrá las preferencias del pueblo. Más nunca deben olvidar, que muchos han entendido mal el significado de orador; creen que es hablar bonito, tener fluidez de palabras, enfatizar, ser un artista en el escenario, basta. El que se dirige a un auditorio de esa manera simplemente es un hablador. Amigos lectores, solamente es un orador aquel que utiliza la palabra para decir la verdad.