LA CAPACIDAD HUMANA

Hay personas con o sin formación profesional que por esas cosas del destino, ocupan cargos importantes con poder de decisión y personal a su cargo.

 

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Porque DIOS propone y el hombre dispone se colocan en el umbral del poder y por una deficiente forma de ser,  son el tipo de gente cuya palabra es ley y no  permite que alguien con o sin capacidad  refute sus acciones casi divinales. En tiempos en la cual se habla de creatividad, transformaciones e innovaciones, hay seres que no han  evolucionado y se han quedado en una fase inferior al ser pensante. Por esta razón es que nadie puede contradecir o aportar ideas nuevas con el fin  que la empresa llegue a mejores puertos de bonanzas. Es un pecado capital atreverse a opinar en contra de sus palabras que tienen más poder  que una ley basada en su omnipotencia venida de altos mandos y nadie tiene el derecho de opinar lo contrario. Si alguien nota o hace saber que hay deficiencias o no cumplen a cabalidad los reglamentos por la cual se rigen los destinos del grupo económico, lanza un grito al cielo y se golpea el pecho, se jalan los pelos  y piden castigo para el que se ha atrevido hablar mal de tan  sagrados e inamovibles preceptos pero que se apolillan perdidos en una inercia sin límites. En este sentido, nadie tiene la libertad de ofrendar ideales en aras de mejorar la calidad del servicio con proyección infinita. Inclusive dentro del personal hay uno que es todo oídos y es el que lo mantiene informado al jefe de todo lo que sucede a sus espaldas. En otros casos más preocupantes, hay el superior  nombrado por la casualidad que ante el de mayor rango, le hace saber que es el único que trabaja, los demás no hacen nada  sin él y que por eso es indispensable. En desempeñar la función de ser un correo sin estampilla puede ser, pero referente a capacidades humanas, se duda; en vista que si un hombre es capaz de hacer una actividad determinada, no sería nada raro que otro lo haga y quizás con más eficiencia. Este concepto de gerenciar negocios o empresas en tiempos de modernidad, resulta totalmente desfasado y obsoleto que solamente cabe en las entrañas de una persona de retrógrado pensar cuya evolución se quedó estancada en el túnel del tiempo. Los trabajadores actualmente deben dejar sentir su voz y los jefes tienen el deber de escucharlos en aras de un mayor entendimiento, comunicación afectiva  y productividad que hace posible una competitividad aparente en el mundo comercial en que la efectividad de un  buen servicio se impone. Así que esa forma errónea de hacer valer lo suyo y no lo de otro porque es subordinado, ya paso a la historia. No debe haber tal celo  “si  se le hace valer lo que sabe se puede quedar con mi puesto” “si vale lo ajeno y no lo mío me puede desplazar”, “si le enseño todo lo que se, lo pueden ascender”. En realidad, no es una manera correcta de actuar en un grupo de poder económico. El hombre mientras más libertad tiene de pensar en el entorno en la cual desarrolla su existencia,  más activa su ingenio, encuentra otras ventanas de realizaciones, halla otras puertas de mejores oportunidades y de relaciones comerciales que muy bien pueden aperturar escaños de  trascendencia singular. Más bien, a las personas que buscan  mejoras en base a la investigación o el cultivo de virtudes, adquisición de habilidades y contribuyen directamente en la búsqueda de  novedosos rumbos; se les debe felicitar e invocarles a todos que cada uno es la causa principal por la cual el ente lidera en el ambiente comercial. No hay que olvidar que hacer sentir al hombre útil, es la mejor recompensa a sus esfuerzos y lo proyecta hacia grandiosas dimensiones de objetivos comunes.

 

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