EL FUTURO CERCANO

Intentar reencontrarse con el camino de éxito es ser sincero consigo mismo y no con las causas pasajeras y alienantes de  la existencia humana, donde prima el interés personal o de grupo.

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Muchos jóvenes  ven en el estudio y en los métodos modernos de enseñanza, el trampolín para lograr un mañana mejor. Para ello es necesario que los mayores conjuntamente con quiénes tienen las riendas del poder, hagan lo posible para que ese joven con un potencial de virtudes infinitas pueda cristalizar sus más caros anhelos. Hago esta reflexión en vista que las calles de la ciudad no constituyen  un digno ambiente que invite a la superación, Lo primero que se ve es una desocupación agobiante, la delincuencia, la violencia, los acomodos laborales, un visible nepotismo, serviles en cantidades, suplantadores de puestos, la no valoración al intelecto humano  y las más denigrantes inmoralidades que aquietan las ansias de vivir. Este el paisaje que tiene de primera mano la juventud. Se opina contra la razón, lo falso se quiere hacer pasar por cierto, el villano para por héroe y hay gratuitos  promotores del mal que se encargan de dar a conocer tal  falsedad que confunde el sentir de la población. El escenario peruano es lecho de una serie de injusticias y de ventas de conciencia y libertades que ya resulta insulso enumerarlo porque todos lo saben. A pesar de ello, no podemos decir que todo está perdido porque siempre hay una esperanza y ella reside en la juventud emprendedora. En una opinión muy  particular por cierto, me inclino por creerlo así. Hay buenos valores en formación que apuntan a ganador.  No son todos, pero dándole una buena formación, se puede pensar que es un sector que tiene  muy buen potencial por la euforia en sus acciones y confianza en si mismo. Pero no seamos los adultos quienes le inculquemos ideas obsoletas o acaso  enfermizos  pareceres que nunca dieron frutos convincentes en ningún tiempo. Orientémoslos a  ellos solamente y dejemos que  decidan su futuro según su parecer. No hay porque influir en sus apreciaciones por mínimas que sean. ¿Acaso no tienen sentido común? Todo lo que es bueno salta a la vista, lo que  tiene razón de ser se nota de lejos. Por lo tanto la propaganda barata de hacer virtuoso al que no lo es, debe rodar por los suelos y no seguir enfermando la mente de algún crédulo transeúnte que camina  confiado  de las bondades ajenas. Durante todos los tiempos se ha hecho notar con voz al cuello, que la cosa  va de menos a peor. Pero quién tiene la culpa, no son los mismos que hoy cantan el Himno Nacional con la mano sobre el pecho y que juran trabajar por el Perú. No se puede hablar de influencia extraña que nos origine tanto mal. Los causantes de lo que hoy día se padece somos nosotros mismos. Unos por actuar mal como si se viviera entre enemigos y un  buen segmento por vivir cada cual a su manera sin interesarle el devenir patrio. Con tal que no les falte nada, el resto poco importa. Partiendo de esta premisa, lo único que queda; es cambiar primero la persona en su forma de pensar y luego ya concientizado, emprender la gran tarea de transformación total del país en aras de un mejor bienestar pero de manera solidaria . Este cambio no es de la noche a la mañana, es producto de un proceso y  los únicos que lo pueden hacerlo, son personas desprendidas, llenos de convicción, profesionales de calidad que felizmente tenemos. Pero para llegar a ello, no hay que dejar espacio para el comodín, que tiene la costumbre de subirse al coche cada cinco años.  Si se reactiva la conciencia nacional, la identidad con nuestras raíces, el respeto mutuo, la unidad de criterios, los jóvenes aprenden de la experiencia comprobada y los de la edad de oro dan paso a la nueva alborada juvenil, estaremos asistiendo al renacimiento del nuevo Perú que todos ansiamos con fe y esperanzas porque todos merecemos  vivir en paz y en los brazos del amor.

 

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