No se puede ser tan  pesimista ante una realidad nacional que está a la vista y paciencia  de todos, ni mucho menos iluso hasta el extremo de creer ciegamente en  las afiebradas propuestas de los que piensan que aún hay personas que hacen caso fácilmente al primer grito desaforado de victoria, producto de la ambición, figuración o desconocimiento de causa.

Todos tienen la oportunidad de ser útiles a la patria según sus atributos cognoscitivos, sobre todo en la solución de los múltiples problemas que azotan a las clases más necesitadas. Para tener la capacidad de decisión y resolución, se requieren de cualidades precisas y sobresalientes, no producto de la casualidad, sino de  un estudio a conciencia de la realidad nacional. Muchos creen que por ser muy buenos en su profesión, también se pueden convertir en gobernantes. La historia es el mejor testigo que casi nunca fue así. Una cosa es desarrollar un trabajo técnico generalmente específico y diferente es atender a millones de peruanos en la cual cada uno es poseedor de distintos pareceres, opiniones e idiosincrasia singular. Muchas veces el dotado de inteligencia para efectuar una u otra actividad de origen académico, no tiene la humanidad, calidad humana, solidaridad y empatía del que ha sufrido en carne propia los golpes de la vida que generalmente son de miseria, originados por una cruel y crónica desocupación. El talento no siempre nace en cuna de oro, ocurre que a veces es hijo de la arena, la vela  y la estera. Pero en el mercado laboral y de realizaciones humanas, sucede que si no está relacionado con el poder, o no viene precedido de un apellido de alcurnia, o no pertenece a la cúpula o  elite que conforma un  sector con opciones de éxito en la cual la aureola de triunfo se recibe como herencia y no por aptitudes humanas, jamás estarán donde se lo merecen, los verdaderos líderes del cambio total que la patria a gritos solicita pero que piden silencio los que se han acostumbrado a vivir del dolor ajeno. Es que hay quienes alientan el atraso nacional porque gracias a esa pobreza, tienen  su futuro asegurado. ¡Qué tal conciencia! Según mi humilde concepto, todo será diferente cuando cada cual se convierta en un auténtico soldado de la patria que ansía su libertad como única solución a su  prisión con puertas abiertas. Cuando todos según sus facultades, tengan derecho al trabajo, cuando se valore el innatismo y se le coloque a cada cual en el umbral que se merecen. Cuando la capacidad intelectual sea utilizado en pos del bienestar y no para motivar la delincuencia, inmoralidad y denigración humana. Cuando el hombre sea más humano y no mire a sus compatriotas como enemigos sino como hermanos de sangre. Cuando en un plato,  si comen dos; puedan comer hasta cuatro. Cuando se acabe  la costumbre de criticar  y buscar sin razón, solamente errores en quienes trabajan a conciencia. Cuando se termine la casta de condicionales que por dinero, fingen partidarismo político sí solamente buscan la suya,   Cuando la palabra por ser sagrada, no esté al servicio de los grandes capitales del estado, empresas e instituciones o líderes de barro y se le brinde al pueblo falsedades, mientras otros se enriquecen a través de la mentira. Es justo que todos ganen dinero por el servicio que prestan  pero no vendiendo engaño o automatizando la mente de quienes por sus virtudes muy bien pueden ser los verdaderos baluartes que la patria necesita para llegar a las estrellas. Cuando cada uno deje de pensar en si mismo o en su entorno y lo haga de manera planetaria, recién podremos decir con orgullo que se está sembrando futuro, hasta para las generaciones venideras.