El mundo gira indeteniblemente sobre su eje central tantos años, que podemos hablar que carga una vejez de siglos a cuestas.
El hombre ha poblado la tierra desde sus inicios y la vida con sus halos de energía, siempre ha sido la generadora de nuevos horizontes de realización humana. La muerte se ha encargado de ir renovando las mentes pensantes por lo que el horizonte de creatividad en las diversas ramas del saber, se ha poblado de conocimientos sobre la cual se desarrolla la existencia humana. Mientras unos se van después de cumplir su ciclo vital, otros vienen al mundo y se cifran esperanzas de un nuevo flujo de aportes intelectuales en pos de un mejor bienestar de la humanidad. Siempre ha existido esta secuencia en las sociedades del planeta. En razón a ello, dando una visión panorámica de todo lo existente, hay quienes activan en todo su esplendor, su inventiva a través de más sabiduría, lucen habilidades producto de su innatismo, ya sea en arte, ciencia y cultura, llevan sus días en armonía, camaradería con el entorno, nunca dan lo que les sobra, sino lo que les sirve pero que pueda ayudar a otras personas que más lo necesitan, motivan objetivos comunes con honor y dignidad, activan su empatía, hasta comparten su riqueza o pobreza según el caso, muestran desprendimiento y entrega a las causas comunes de los grupos sociales. En cambio otras personas, siempre viven de la casualidad, con o sin habilidades, profesionales o no; por ser unos más en el mercado de las oportunidades, armados de una careta de bondad por afuera, que oculta el negro sentimiento de su cielo interior, paran al acecho de los incautos que se confían en su falsa apariencia y son presa de sus malignos deseos de grandeza a costa de otros. Se caracterizan porque solamente los conoce cierto sector donde discurren sus pasos y hasta gozan de buena posición gracias a lazos amicales, de familiaridad y se consideran reyes aunque su trono vislumbra un poder que no va más allá de su incondicional séquito que se mueve por dádivas en la que está en juego un servilismo sin freno. Por tener altura sin merecerlo, pertenecer a círculos cerrados de amistad o porque con el dinero compran el sitial el cual ostentan, por su ambición y egoísmo sin límites, se meten a lo que no deben, hacen lo que no son, se desempeñan en lo que no saben, aspiran a lo que no tienen cualidades, desplazan al que es un valor, anhelan ser lo que sueñan sin condiciones mínimas. En esta reflexión no es nuestro afán desnudar las debilidades humanas, ni aparentar que la idea surge de una mente pura y casta. Todos tenemos algo que arrepentirnos, pero el asunto es propender avanzar por la ruta del bien y si hacemos hincapié en inconductas humanas, es que según los estudiosos del comportamiento humano, es una de las principales causas de la mediocridad y que ha conllevado ayer y hoy y posiblemente en el futuro, si no se hacen las correcciones debidas; a ser un país que va muy lento hacia la consecución de sus más grandes metas. La predisposición de originar las condiciones para solamente tener dinero sin una proyección social, mejor calidad de vida, sin motivaciones de masas; anula los deseos de ser creativo. Por lo que merece una revisión de nuestros postulados ¿Qué somos?, qué queremos y en que situación estamos. Si somos simples consumidores, esclavos de las normas existentes, repetidores de un saber desfasado o seguidores de líderes sin horizontes; así se tenga corona de oro, es urgente ubicarnos nuevamente en el partidor y empezar nuevamente la carrera hacia la posteridad con la experiencia del pasado.