Se comenta hasta la saciedad la pérdida de valores en la humanidad, que la crisis en la conducta humana avanza a pasos agigantados y que es alarmante lo que puede ocurrir en el futuro.
Por su puesto que no de manera total en los seres humanos pero si una gran mayoría. Es que el mismo ritmo de vida que se lleva, no deja tiempo para irradiar el paisaje espiritual de nuestro mundo interior y vivir en completa armonía. Por una parte, los avances tecnológicos apuntan hacia las estrellas pero por otro lado, la conciencia se dirige hacia los oscuros abismos de la nada donde impera un negativismo sin nombre. Esto ocurre en los lugares más recónditos, como en las más grandes urbes que pueblan el universo. Pero si se analiza profundamente la situación de manera imparcial, se llega a la conclusión, que así el mundo avance vertiginosamente hacia los más altos umbrales de la creatividad, porque la misma situación lo exige para que la vida tenga el perfume de flor; si cada cual conserva su propia identidad y es consciente de su rol pasajero sobre la faz terrenal, se puede vivir lo más humanamente posible cumpliendo con la más grande misión del hombre sobre la tierra. Si bien es cierto que se proyecta a su entorno a través de su sabiduría sin límites, esa ofrenda de sapiencia, no desliga a la persona de cultivar en lo más profundo de su ser, la humildad. Al contrario, mientras más se constituye en un baluarte de prominencias, es cuando más tiene que mostrar su empatía con los demás. El saber no quiere decir que debe formar una casta o crearse un altar casi divino y aislarse del pueblo y mirar a todos por encima del hombre. Es cuando mas se debe integrar a las grandes mayorías porque su aporte científico, cultural o artístico no es para él, sino en pos del bienestar de las masas humanas. Nadie aprende para sí mismo, sino para aplicar el conocimiento donde más se necesita. Es muy conocido que esta marcha indetenible hacia las más grandes realizaciones humanas no ocurre sobre un lecho de rosas, origina contratiempos provocando distintas opiniones que muchas veces se llega al antagonismo. Para un sector es conveniente y para otros no, pero lo recomendable es irse adaptando a los cambios normales de las épocas porque nada es estático, de lo contrario cada cual se quedaría estancado en su propia rutina. En este punto de la existencia humana, es muy importante que las virtudes humanas estén a la orden día porque no pueden ir cada uno por su lado. Deben complementarse como si fueran uno solo porque esa es su razón de ser. Partiendo que el hombre es una unidad indisoluble, todo lo que nace o viene de él, debe ser para afianzar los parajes edénicos de una vida feliz, que no se consigue siendo dueño de todo el oro existente, sino del afecto que tiene que ser cada vez mayor, hasta llegar al punto de tratar de inventar nuevas formas de querernos entre nosotros mismos para que exista el verdadero deseo de vivir. Si nadie se dedica a dramatizar el existir, tergiversar la realidad, poner dificultades, herir, explotar, acusar, insultar, dañar a los demás y tan sólo origina nuevas rutas de ventura para su comunidad, entonces se podrá ver al mundo desde otra óptica en la cual cada uno podrá cristalizar sus más grandes metas sin las barreras que existen en la actualidad. En la acción de servir con todo lo que está a nuestro alcance, en solucionar todos los sinsabores que aquejan al que padece, en enseñar la ruta del éxito al que camina extraviado en su duda, en valorar y colocarlo en su real sitial que le corresponde a los que se lo merecen; esta la calidad humana que todos deben irradiar y es lo que perennizará sus huellas para la posteridad.