En realidad, así como está el ambiente político, social y económico a nivel nacional, decir que serán las juventudes los que diseñen el nuevo Perú en base a sus frescos conocimientos; es delegarles excesivas responsabilidades si es que no se le forma con la verdad y no se le da las estrategias lógicas para aprender y asimilar sabiduría de tal manera que el hombre sea eterno estudiante.
Es que nada es estático y todo cambia por ley natural; por lo tanto, el que está al frente de futuros baluartes de la patria; si se confía porque se considera ser un dotado de virtudes; está viviendo en un mundo irreal. Quien no se sube al coche de las nuevas tecnologías del mundo existente, está empezando a vegetar. Quien no se actualiza y no busca calidad comprobada en base a innovaciones, está caminando hacia el ocaso aún estando vigoroso de vida y de sueños. El que piensa que sabe mucho y no comparte vivencias y además convive en su cápsula de quimeras rodeado de oportunistas, está caminando paso paso hacia el olvido. El que ya no conoce porque está ocupando un puesto alto gracias a sus amistades y por su escasa capacidad, desde que toma ese tipo de conducta; es un muerto en vida. Es que la mediocridad es el flagelo de la humanidad y el cáncer del alma. Más bien la creatividad, la imaginación, la inspiración divina y sublime es la que depare nuevos universos y hasta es capaz de convertir un páramo de soledades en un oasis de abundancia y promisiones. Esa casta de seres superiores que se creían de otro mundo y diferente a los demás por ser integrantes de círculos cerrados nublados por el poder oscuro; si lugar a dudas que ya le están tocando su debut y despedida; es que muy pronto serán irreconocibles fósiles que se perderán en la noche de los tiempos por haberse rezagado al vivir solamente del orgullo y del halago pasajero. Los tiempos han cambiado y así quieran o no, estamos en la etapa de vivir en comunidad, trabajando en equipo, compartiendo penas y alegrías y dando todo de sí en bien de los demás porque la riqueza reside en el corazón y la edad no la reflejan las arrugas de la cara. La verdadera edad habita en la energía de las entrañas humanas y el que es capaz de bajar una estrella con sus manos y alumbrar al mundo; es joven hasta más allá de la muerte. Por eso, aquellos que tienen las riendas de la educación; deben irradiar la fuerza del conocimiento con la sencillez y amor de un hermano, con la afectividad de un amigo, con la sinceridad de un padre, con la ternura de una madre, porque este mundo no se ha hecho para explotarnos pisotearnos o indisponernos los unos a los otros sino para compartir hasta lo poco que se tiene en aras de lograr el bienestar general. Si se le da un verdadero rumbo a la conducta humana y valoración al talento natural dándole su oportunidad a todo ser; recién se podrá decir que tenemos esperanza en las juventudes y que serán ellos los que transformaran los derroteros nebulosos por la que hoy día el Perú atraviesa. Es que la crítica situación por al que se vive sólo sirve de beneplácito a los que están acostumbrados a vivir a la sombra del poder y es un quebranto para los que llaman a las cosas por su nombre y no se callan la boca y no tienen temor a represalias de parte de inconscientes personas que abren las orejas de par en par ante el chisme barato y callan cuando el beneficio es a su favor. Es que han hecho de la mentira y de la farsa, una forma de vida de la cual la juventud del mañana no tiene la culpa.