El origen de esa fuerza interior que habita en ciertas personas pero con tal fuerza que anula su lado positivo, no lo ha adquirido de casualidad, por contagio o algo parecido.
El que tiene esas inconductas sociales es porque las ha alimentado diariamente con su acendrado cinismo y por eso las acepta en todo el sentido de la palabra, como parte de su existencia y así vive feliz. Sabe muy bien que cada vez que arroja su veneno ocasiona la muerte fortuita de sus semejantes, que cada vez que abre la boca provoca desconcierto masivo en quienes los escuchan; saben que su palabra por incongruente y maligna hiere más que un filudo cuchillo, es consciente que debajo su careta de buena gente se oculta un ser carcomido por la ambición y la egolatría. Está muy seguro del peligro que acarrea en su entorno pero como así ha vivido toda la vida, lo toma como una característica muy buena por cierto, de su peligrosa existencia. Por esta razón se debe saber a quién se le da el voto de confianza, no vaya a ser que se está apoyando a quien va a originar la destrucción de los sueños de las masas populares. Se ven las caras pero no se ven los corazones. La historia ha enseñado quiénes son los zánganos gigantes que están acostumbrados a engordar de las arcas del pueblo porque es la forma más fácil de hacer riqueza. Algunos con el cuento de “líderes”, “luchadores sociales” enarbolan la bandera del reclamo a favor de las causas justas de los más necesitados. Con fervorosos discursos, con lágrimas en los ojos, juramentos, gritos desaforados, promesas dicha con voces quebradas por la emoción, logran convencer al pueblo que no conoce de maldad. Una vez que logran sus propósitos recién sacan las garras y el manso cordero se vuelve una fiera insaciable que devora lo que encuentra con el fin de mantener su posición inatacable en la cúspide de la gloria. En torno a ese estrado, hay quienes se pelean por pertenecer a esa corte de honor y así tengan que arrastrase, se tragan la lengua y están al capricho de quien comanda la nave y obedecen ciegamente porque de lo contrario le cortan la cabeza y se acabó la primavera para siempre. Hay otros que se apuntan sin ninguna bandera donde pueden sacar mayores beneficios, defendiendo a su amo a capa y espada. Es que mientras más permanezca en el poder, tiene la sombra permanente donde retozar a pierna suelta a causa de su silencio. Da la impresión que no hay un partidarismo puro en su totalidad, más bien hay un interés desmedido en razón a los beneficios que se pueden obtener, que más bien se podría llamar una sincera conveniencia que se direcciona según la posición del cuerno de la abundancia y la poca sangre en la cara de quien lo acompaña. Todo puede existir en este mundo y el que actúa con saña, quizá no tenga culpa. Sabe el diablo de donde proviene. Más culpa tiene el que le cree ciegamente y hasta es capaz de salir en su defensa y vivar a voz en cuello a quien en base a la mentira le ofrece un edén, a cambio de su sagrada libertad.