Se puede cantar al viento las mejores melodías musicales del mágico pentagrama tratando de encontrar oyentes en la bruma sin par de los senderos sin vida.
O caminar sin rumbo por desolados parajes en busca de un arco iris para pintar miles de alboradas con el color de la tierna esperanza. Tocar la mágica guitarra con dedos invisibles y con sus dulces trinos de gloria acallar el alarido terrorífico de un fusil enemigo que vomita luto en serenata macabra. Se puede dibujar horizontes delirantes de suspiros sobre los espejismos de tardes soleadas que mueren con la noche. Tratar de dibujar a la muerte desnuda con una sonrisa de espanto en el lienzo inocente de una mañana de abril junto al hombre que dormita sin sueños de cristal. Correr por los prados sin nombres sobre verdes pendientes embriagadas de brisas matinales y coger una mariposa blanca que simbolice la paz de la humanidad. Arrancarles sinfonías soñadores a las mañanas nubladas de penas que abrigan en sus entrañas la faz de un invierno solitario y mustio. Descubrir la cara oculta de la luna cuando duerme su sueño eterno de musa lejana. Divagar profundamente recostado a la melancolía de ver un mundo que gira sin retorno sobre el eje imponente de un sol ardiente que luce barbas de oro. Recorrer por los caminos del mundo errante tratando de encontrar el arpegio sutil para guardar los recuerdos y no se marchiten al cambiar la página del libro de la historia. Hablar con el lenguaje del alma desde las montañas de nostalgias y esperar que aplauda el silencio de las atalayas amarradas en el espacio inmóvil. Escribir las poesías que aún el poeta no ha dicho todavía por que camina acribillado por las balas de la indiferencia e ingratitud. Declamar sin palabras los versos del alma que navegan por los mares de la incomprensión y querer que el planeta se arregle con su ritmo embriagador y telúrico. Todo se puede hacer en esta vida. Destruir, crear, mentir, difamar y las más indignantes acciones en contra de la misma sangre, pero jamás se puede engañar a uno mismo. Es posible aparentar moralidad, sabiduría, valor, decencia, honradez, pero es imposible mentir a la conciencia. Más aquel que se engaña a si mismo y no hace caso a su conciencia, carece de humanidad y no hay razón para que exista en el universo y aún crea que es capaz de cambiar la faz del planeta con un doble discurso. Para ser un baluarte del gran cambio que necesita la sociedad, hay que ser libre y limpio de cuerpo y alma. Solo con una entraña ajena a toda banalidad, se puede trascender en el tiempo y el espacio y convertirse en un ideólogo de nuevas realizaciones humanas. De no ser así; los falsos profetas de la casualidad solamente son farsantes que siembran en el aire la semilla de la desconfianza y cosechan el fruto material que alimenta su avaricia y ambición, mientras el que trabaja honradamente camina de tumbo en rumbo si derrotero aparente. Es que ser honesto en esta vida es el más grande delito cometido y se pena con la discriminación y se le acusa sin piedad. Solamente el que vive al margen de la ley goza de respeto y honores. Es que la injusticia se ha convertido en una norma de vida por mandato de inhumanos adalides que creen que con mentira y violencia se gobiernan los pueblos que conviven con la extrema pobreza. Ojalá me equivoque para borrar de mi mente la idea de ser actores de una horrenda pesadilla que no tiene cuando acabar.