La norma de adueñarse de todo lo que está mal parado ya sean conocimientos o bienes materiales, origina el cruel hábito de hacerse propietario todo lo que es fácil.
La acción de colocarse olímpicamente en puestos de importancia sin la debida preparación, es de usanza nacional; el hecho de querer sobresalir a costa del talento ajeno, es común entre los huérfanos de intelecto. La acción de aparentar lo que no es ni será tampoco, se ha patentado en todas las esferas patrias. Conseguir ascensos o popularidad con la mentira o arrinconando al que se lo merece con sistemas vedados; es un recurso que siempre se utiliza porque hay condescendientes que se vuelven cómplices a cambio del vil metal, regalos o caricias por doquier. El hecho de gritar a los cuatro vientos; virtuosa eficiencia, tecnología de punta, calidad y competitividad; está muy arraigado en nuestra sociedad y aunque sea mentira, los falsos abanderados de la eficiencia levantan sus castillos de ilusiones ante el aplauso de sus condicionales que alaban la ineptitud por ser de la misma calaña Dónde se ha visto que el reptil cuando nace corre. Primero tiene que aprender a caminar y si lo hace muy rápido peligra su integridad física, pero así sea muy inteligente siempre se arrastrará porque es su destino. Lo mismo pasa con los oportunistas que como hierva mala proliferan en toda latitud, hiriendo con sus espinas envenenadas a las flores del jardín de la vida.
Como en toda mala acción, siempre hay dos culpables. El que abusando de su inmenso poder somete a las personas necesitadas a sus oscuros requerimientos y el que no tiene conciencia y canjea su honor con un trabajo que sabe a hiel por la indignante forma que lo consigue. Por supuesto que nadie obliga a este indecente proceder pero siempre hay personas que anteponen a la ética sus ambiciones de grandeza, así sea vendiendo sus más sagradas libertades y conciencia entran a la danza como si la inmoralidad fuera un juego. En este segmento de la existencia humana todo es negociable y además tiene su precio estipulado según la magnitud del favor. El que se escapa a la regla impuesta por inhumanos representantes de la cúpula gobernante, se envejece sin las mínimas condiciones de salubridad y pasa desapercibido en todo aspecto de su existencia. Entonces qué le espera a toda la juventud estudiosa que año tras año se va profesionalizando con esfuerzo propio. Tiene un reto muy grande. Romper todas las cofradías poderosas que se han hecho propietarios de las curules del estado y de ahí tratan de ejercer su mandato a vista y paciencia de todo un Perú que mira atónito como sus propios representantes actúan muchas veces en contra de la tierra que los vio nacer. Más como aún hay sabios sobre la faz del universo, es preciso que ya no se permita esta improvisación porque esta en juego el futuro venturoso que puede tener nuestro país si es que se le da las riendas de prosperidad para que trascienda en toda latitud en base al trabajo solidario y con proyección a futuro. En esta reflexión, no hay espacios para los cínicos de atriles y con resoluciones del rey de turno, aquellos que quieren ser el primero en todo y no dejan que nadie trascienda de lo contrario; si sucediera, les cortan las alas de inmediato porque son egoístas sin perdón. Ellos no más quieren ser, como si fueran los únicos superdotados en el universo; inclusive sin tener las mínimas cualidades se colocan en la cima de la sabiduría cuando solamente tienen en su cerebro, odios, rencores e incapacidades. Por eso existen los adalides de barro, lideres llenos de lodo, paladines de la ignominia, baluartes de la ambición, mercenarios del conocimiento humano, guías hacia la noche del alma. Si por desgracia tuvieran la oportunidad de enseñar y como todo se trasmite a través del ejemplo; no es difícil imaginar que están heredando un infierno para la humanidad. Es que diablo que enseña, genera demonios que solamente deparan mediocridad y abandono moral que n o es el mañana que debe tener nuestra patria por ser cuna de tradición.