Vivimos en mundo tan cambiante y pasajero que si los pensamientos no se cristalizan hoy día, ya no se realizan nunca cuando existen inconscientes “eminencias” al frente de multitudinarios grupos sociales que rigen los destinos de un sector nacional, ya que todo pasa a segundo plano por ser actores de un drama individualista y competitivo donde más vale el brillo del trono que el servir a la comunidad.
Por esta razón es que aquellos que comandan la nave en cualquier ente nacional, cuando en su entorno hay personas que no concuerdan con sus indignos postulados, tratan de silenciarlos con el puñal de la ingratitud y la indiferencia, con la creencia que es la mejor táctica para efectivizar sus más nefastos propósitos de endiosarse por sus propios medios ya que nadie con buen uso de razón lo hace por carecer de méritos aparentes y comprobados. Ante esta errada política de reinar a la cabeza del grupo del cual se dice “de calidad”, queriendo eternizarse en el pedestal del honor sin la suficiencia necesaria, tarde o temprano la cuerda se rompe por el lugar más débil y el “dotado de virtud” ve caer al piso el cetro de oro que lució y le dio popularidad tras una falsa aureola de sapiencia, cuando solamente era una de esas fichas raras que no faltan y gobiernan dentro de un círculo cerrado en que la sumisión y el servilismo valora su actuación y sabiduría y además es la primera y única regla de juego para subsistir bajo la sombra de su nebuloso poder. De este tipo de personas sin sangre en la cara y de una conciencia sin nombre, el mundo está lleno y proliferan a una velocidad increíble por la que el futuro de las grandes urbes no resulta nada halagador. En las sociedades más avanzadas y en las casi desconocidas, lucen a vista y paciencia de la comunidad, las enfermizas antenas de su ambición desmedida, pero que gozan de libertad de acción porque no faltan aquellos que creen en sus falsas palabras y las posturas de sabihondos que no la tienen ni siquiera en sueños y se les nota ridículos al echar al diario una apariencia plagiada, importada que denota su personalidad decadente que no concuerda ni con lo que hacen, lo que son y lo que representan. Por esta razón es preciso inculcar en la mentes precoces la, originalidad autenticidad e identidad con alma , vida y corazón en las causas nacionales. No con los grupos que solamente miran pasa si mismos, sino aquellos que tienen visión planetaria y avanzan pensando en los demás y no en sus intereses personales o de grupos, sin dignidad, moral y convicciones. En respetar los derechos de las personas, su creatividad e ideas geniales, está la felicidad del mundo. El ocultar la auténtica verdad para surgir o aparentar inteligencia, es el camino lento pero seguro para ingresar al indeseable universo del olvido por ocultar bajo su careta de suficiencia, simplemente a un acérrimo enemigo de la cultura por ser un deshumanizado transeúnte de indefinida mística y envenenado por el egoísmo al ser fruto de la mediocridad e improvisación en una sociedad que equivocadamente a veces aplaude la incapacidad.