Ser profesional es convertirse en una ventana de promisiones, donde todo el mundo pueda divisar el horizonte pleno de esperanzas y se renueven las ansias de progreso.
Es adquirir una sabiduría de punta e irla actualizando de acuerdo a los tiempos nuevos y ofrendar a todo ser humano un sendero de dicha y bienestar. En su oficina, en su puesto de trabajo, donde quiere que se encuentre, tiene la palabra apropiada, justa y precisa para brindar orientación ante todo evento, social o trámite diario. Es la persona que antes que nada, tiene por convicción servir a los demás sin esperar recompensa. Se convierte en la solución al problema sin buscar protagonismo o sensacionalismos para sobresalir. Si en base a sus vastos conocimientos y don de gente llega a ser un jefe, es aquel ser que pleno de humildad y convicciones defiende el personal a su cargo y hasta se autoculpa por algún desliz de sus subordinados. Se siente parte de las desgracias del personal a su cargo. Se siente muy comprometido con las causas justas y las luchas reivindicativas de los derechos de los más oprimidos y abatidos por el infortunio. Es el que pregona que el éxito de toda empresa reside en el trabajo en equipo y que si se es solidario en todo el sentido de la palabra, la aureola de la libertad de pensamiento y acción siempre brillará en el pecho. Es que todo semejante espiritualizado, tiene el don de vaticinar el futuro, adelantarse a los sucesos y es capaz de enderezar un horizonte torcido en base a fe y fuerza de voluntad. Es consciente que el estado o sus padres haciendo múltiples sacrificios y pasando cruentas peripecias lo educaron para que sea útil a la patria y al mundo entero. Sabe que tiene que ser retribuido su trabajo que despliega en bien de los grupos humanos que buscan una sombra bajo el sol, pero es paciente. Conoce muy bien sus necesidades y palpa en carne propia que no hay trabajo, pero a la misma vez no figura en su agenda de realizaciones personales convertirse en un nuevo millonario de la noche a la mañana ni mucho menos por medios nada cristalinos. Prefiere abrirse camino con sus propios recursos pero con la idea latente de dejar sobre la faz de la tierra para la posteridad, huellas indelebles que perennicen su nombre por haber aportado ideas innovadoras, conceptos transformadores de la realidad existente y que se convirtieron en la brevedad posible, en profundos halos de bienestar para una gran mayoría, que deja todo a Dios cuando sus fuerzas muestran tremenda flaqueza.
Según su especialidad, aplica la norma, el reglamento, la ley, en fin toda forma de hacer cumplir los protocolos vigentes pero con sentido ético y más que nada, humano. Si se equivoca, enmienda el error y no lo comete jamás pero nunca se hace el desentendido y camino por las calles como si nada hubiera hecho. No actúa de manera omnipotente y a todos los ve igual que a enemigos y como tiene trabajo y goza de todas las ventajas que le da el sistema, no da a entender que él solamente tiene derecho a vivir feliz.
Los puestos son pasajeros y aquellos que se creen dueños del universo sin haberle ganado a nadie porque lo que son, ha sido un milagro de los que ocurren cada mil años. En cualquier momento despertarán de su hermoso sueño que le da el existir y se verán cara a cara con la pesadilla de ya no tener el amigo para que lo coloque en el umbral que no merece. Cuando llegue ese momento, le echarán la culpa a su mala suerte. Cuando no es así. Lo que ocurre es que casi nunca su grado cultural, su calidad humana, va de acuerdo con lo que han estudiado, el puesto que ocupan o el umbral imaginario que se han creado a pesar de su mediocridad. Son las eternas eminencias según sus amistades, pero que en el fondo no tienen corazón y como son vacíos, cualquier día se los lleva el viento para nunca más volver ¿Y por qué el viento? Es que como no tiene ojos, recoge cualquier cosa, hasta la basura inclusive.