La palabra y acción del inversionista desprendido, debe ser bienvenida entre aplausos porque genera puestos de trabajo y origina bienestar.
Si bien es cierto que al procesar la natura prima acarrea daño al medio ambiente afectando la ecología, es preciso que los entendidos en la materia analicen libremente las causas y efectos y se llegue a la explotación sin provocar males irreversibles para la humanidad. Existen las salidas adecuadas en base a la ciencia. De lo contrario, cómo es que otros países desarrollan en base a sus recursos naturales sin afectar las fuentes de producción ni a la vida humana. Lo que conviene es despojarse de investiduras políticas, partidarias, y de economías personales y dar luz verde a lo que simboliza nuevo rumbo para las generaciones presentes y futuras. Muchas veces la extracción y procesamiento de las riquezas que están en el sub suelo significan por una parte holgura económica, pero a la misma vez depredación, contaminación, etc., creando inestabilidad en el entorno donde el hombre habita. Es que nada es gratis, todo tiene su precio, por eso es que en la natura se encuentran una serie de dificultades que imposibilitan la extracción de la riqueza como si no quisiera que le arranquen el rico fruto de sus entrañas maternas. Si las consecuencias no son considerables y si existen forma comprobadas para menguar su peligrosidad, el esperar la muerte sobre un suculento plato de comida, no tendría sentido. Que lo decidan los profesionales con P de Perú y no los otros con o de oportunistas o los sabihondos con s de sumisos ante el poder que le da la vida temporalmente. Ante esta encrucijada, a nuestro particular modo de entender, un cambio de personas, no arregla la situación. Vendrán otros con mejor o peor criterio y la danza de la duda y la incertidumbre seguirá latente en el corazón y el alma de todo un pueblo que anhela el camino de la victoria total. Lo que se necesita con urgencia es un cambio de mentalidad y que se oriente definitivamente hacia metas comunes a la sociedad y con visión de quien busca la felicidad de las grandes mayorías. Lo digo con razón de ser, sucede y se ve por todos lados. El que hace pan, ahora quiere hacer joyas y cada cual sueña con gobernar al país. Entonces la política ¨” de hacer polvareda donde no existe”, de gobernar quien no debe “usurpando puestos que no les corresponde con la venia del pueblo” que deje de ser costumbre nacional y parte de nuestro folklore porque sólo refleja una maligna y desmedida ambición. A estas alturas de la vida, un cambio de actitud es tan difícil como querer que un elefante salte soga. Por eso las campañas de transformación de las estructuras humanas debe empezar inmediatamente desde el hogar y la escuela, enseñando con la verdad para formar un nuevo grupo social con valores, con creatividad y que no sean líderes de su bolsillo, sino más bien que cimenten el trabajo en equipo que hoy por hoy es él es la única forma laboral que diseñará la ruta de la esperanza en cada peruano que ama al Perú sin un metalizado sentimiento. Por el momento lo único que queda es rezar y encomendarse al divino para que todo retorne a la senda del entendimiento y la prosperidad y se vislumbre un futuro promisorio para beneplácito de todos los que aún creen que el enfermo tiene cura.