En este mundo que nos acoge en forma pasajera, hay de todo.

Generosos, avaros, intelectuales, falsos profetas, eminencias, líderes, reyes con la corona comprada, oportunistas, adalides y farsantes. A la vuelta de la esquina nos encontramos con personas que muy cómodamente todo quieren para sus arcas pero  ellos no son capaces de dar nada de sí mismo para felicidad común. Son los crónicos tacaños de lo suyo, pero si manos abiertas o bolsillos a discreción con lo ajeno. Son los  eternos negados de la fortuna. Todo les falta, se quejan de no tener oportunidades sin motivo alguno; pero cuando tienen de buena o mala forma, egoístamente se aíslan en su nube de fantasía y se creen dueños del mundo hasta que les dura el recreo. Hay otros más sin corazón que solamente buscan la suya y la de su familia y a los demás que se los lleve  el diablo. Con tal que ellos tengan que comer el resto poco importa y hasta son capaces de quitarle el pan de la boca a los que menos tienen con el fin satisfacer oscuros orgullos personales que lindan con el delito.

Hay otros que todo envidian. Al que tiene mucho ¿Qué por qué tiene? Al que tiene poco, ¿que porqué no tiene más? pero ellos no hacen nada por ascender. Solo critican ácidamente lo malo de las personas como si fueran sus enemigos, pero las buenas acciones pasan desapercibidas o hasta les da cólera ¿Hasta dónde puede llegar la maldad? Son los  eternos renegados de la existencia humana que diariamente se la pasan rumiando su incapacidad sin límites. Hay otros que viven  sin  necesidades apremiantes pero por ahí deambulan sin rumbo y sin  alma, como si estuvieran en la última lona, aparentando una pobreza franciscana que no la tienen ni en sueños. Quieren acaparar puestos, usurpan funciones; no le ha ganado a nadie pero quieren los más altos cargos. No tienen apuros monetarios pero ahí están haciendo la cola por ambición desmedida. Otros en algún tiempo se cobijan en los entes gubernamentales haciendo honor a su conciencia sin precio y la venta de sus libertades y después de demostrar que no son buenos para nada, nuevamente se reintegran a la realidad  con sus caras de hipócritas como si no hubieran hecho nada ¿hasta cuándo no se da darán de los cínicos que son y que su ridiculez lo está sepultando en vida?  Ni hablar de los que se eternizan en los puestos. Muchos de ellos luciendo una corona que se la sacaron en un bingo porque por sus propios medios jamás podrían lograrlo por sus visibles ineptitudes; ya lucen una minúscula sapiencia que solamente la ven gigante sus adeptos que engordan bajo la sombra del poder a cambio de su servilismo y denigrante mutismo. Más como todo no está malo del todo, siempre hay la esperanza en la conciencia de las personas. A la inversa,  hay otros que comparten  equitativamente con su entorno sin esperar recompensas, aplausos o votos. Dan su apoyo en el momento preciso, ayudan al que no tiene o interceden de tal manera que no se queden relegados en la ruleta de la vida. Se da el caso inclusive que las personas desprendidas no son ni siquiera autoridades o seres económicamente hablando de gran solvencia económica.  Lo que demuestra que cuando hay bondad en el corazón lo imposible se hace posible porque hay el firme deseo de  cumplir con lo que manda la ley de DIOS.  Ojala  que el ejemplo  personas espiritualizadas  que gozan de la paz  que da las acciones buenas, sean imitadas a plenitud y se pueda marchar hacia el bienestar general en unidad planetaria  y cada cual cristalice sus ideales y no espere la felicidad después de la muerte.