El dinero es necesario en la vida porque te permite adquirir las cosas que necesitas para vivir pleno de comodidad y de acuerdo a la modernidad y con calidad de vida.
Pero no lo es todo ya que hay situaciones en la vida como la salud, amor, felicidad, una mirada alegre, la personalidad, que no se compran con dinero. Se cultiva en el alma y se ofrenda con el corazón. Es una constante de ventura y dicha en la existencia cuando los ingresos económicos se consiguen por la forma bíblica más recomendable y que es el trabajo. Todo lo que cuesta sacrificio, dedicación y esfuerzo, llega bendecido por el Señor y da la placidez que se necesita para vivir feliz en el entorno circundante. Si la persona quiere disponer de más capitales en pos de inversiones a largo y corto plazo, es preciso que aumente su capacidad de conocimientos, amplíe su gama de aptitudes y virtudes; dicho en otras palabras, trabaje más y mejor y si es posible crear su propia fuente de trabajo con sus mismos recursos, de paso que se convierte en un ente generador de riquezas y de oportunidades laborales para la masa desocupada que no falta, pero siempre compartiendo una parte de sus ganancias con los que más necesitan para cimentar el camino hacia éxito con las bondades divinas. Que bello sería el mundo si en realidad todo fuera así. Es que en la práctica todo diferente es diferente. No todos, pero hay un sector de personas que a pesar que tienen su trabajo estable, gozan de una posición social respetable. Hasta se diría que no tienen necesidades, pero andan al acecho y espera de las personas que necesitan realizar alguna actividad y sólo actúan con celeridad si hay regalo de por medio o alguna propina que la reciben con agrado a pesar que el famoso “favor” que hacen no es otra cosa que parte de su trabajo por la que no deberían esperar obsequios o recompensas monetarias, pero en la primera oportunidad que se presenta, piden dinero a cambio de una acción personal, para tapar algún delito o simplemente para aligerar el trámite. ¡El colmo de los colmos! Esta visible inmoralidad, cinismo e injusticia, es la causa por la que no nos queremos entre peruanos y siempre hay la discordia, el odio y la venganza. Es lógico por cierto; Quién va a estimar a una persona que extorsiona, coimea, según él por “necesidad” y hay que ayudarle a “superar su pobreza” de lo contrario se toma represalia con la persona que no es “caritativa”. Esto si que no tiene nombre. Es que todos son pasajeros del mundo y lo peor, si se convive en el misma faz de la tierra y diariamente se tienen que encontrar en alguna parte del camino, qué opinión se va a ir formando de esa persona metalizada que inclusive tiene familia. ¿No hay nadie que le haga entender que es delito lo que hace? ¿Que está explotando a sus propios hermanos? Así están las cosas, felizmente son pocos pero existen. Ojalá que la reflexión llegue a lo más profundo del ser y el cambio conductual se venga a pasos agigantados porque lo que el mundo necesita es honestidad para vivir en paz y respeto para que no muera el amor.