Cuando se trata de enfocar el tema de la superación personal y qué hacer para que la juventud especialmente, se encamine directo a la victoria, muchos estudiosos de la mente  y las conductas humanas, esbozan ideas maravillosas que son capaces de  conmover al más frío mortal.

Es variada la gama de conceptos, ideas, consejos, métodos que están a disposición del hombre para que pueda trascender en su tiempo. Inclusive hay toda una  variada producción literaria de virtuosos escritores que disertan  el asunto con maestría y sustentas fórmulas salvadoras para la especie pensante que habita en el mundo. Hay también motivadores  que viajan por la tierra   tratando de despertar el cielo interior de los seres extraviados en la nebulosidad de la  indecisión y la duda. Hay desde cassette hasta videos, CD, DVD, toda una vidriera de información de fácil comprensión para el que sabe cuál es su misión en el universo. Más, a mi modesto modo de entender, considero que no es suficiente todas las facilidades que se tiene a los pies. Sería más beneficioso si a los jóvenes desde sus primeros años de estudios ya se le inculca acerca de cuál es el camino para lograr el éxito, en el hogar, en las aulas escolares, en los centros superiores y los mayores,  traten de ofrendar a las generaciones  presentes y venideras, una ciudad aparente como para que la juventud cimente sus aspiraciones de grandeza material y espiritual y que mejor si es por medio de la presencia, asistencia  y la práctica del  arte integral, llámese espectáculos teatrales, conciertos de música clásica, criolla, vernacular, muestras, pictóricas, fotográficas, arqueológicas, conferencias, testimonios, etc., ya que son ellas las que generan una identidad sin fronteras. Pero de  lo expuesto, no basta solamente para que todos puedan encontrar el verdadero sendero del éxito. Es muy necesario que desde el máximo gobernante, pasando por todos los niveles y subordinaciones, cada uno sea un guía fraterno que inculque una mentalidad triunfalista y sólo se logra si se  enseña con el ejemplo, de tal manera que cada cual se convierta en un ser imitable, digno se seguir sus huellas por sus bondades humanas e intelectuales que solamente se consigue cuando en nuestro interior hay equilibrio, ritmo y salud. Esta trilogía forma ganadores. Según las distintas necesidades que origina el mundo moderno, para ser útil a la sociedad ya no basta tener un oficio, una habilidad, una cualidad, un arte,  sino ser el mejor en todo el sentido de la palabra, No es suficiente un título profesional sino seguir estudiando hasta alcanzar la excelencia e inclusive ser poseedor de dos o más carreras para poder brindar bienestar a todo nuestro entorno. Más de ninguna manera se debe  abarcar superficialmente  los conocimientos sino con suficiencia demostrada. Por eso es que ante un coleccionista de títulos y sabiduría sin proyección  social, es preferible  un excelente profesional de una sola especialidad pero innovador, transformador, creativo y que trabaje codo a codo con el pueblo. Es que los líderes no se forman de la casualidad sino son templados en la fragua de la vida por eso sacan la cara cuando el peligro acecha y jamás son simplemente ideólogos, sino auténticos soldados de civil con el valor y la entereza suficiente como para salir con la frente en alto así fueran mil batallas que hubiera que librar por la libertad de la mente y la conciencia.