El TEATRO DE TODOS LOS DÍAS

En estos últimos tiempos  se ha hecho muy común y corriente sobrevalorar los acontecimientos al grado máximo o minimizar las acciones que si tienen trascendencia a la mínima expresión. Inclusive es muy notorio que lo que es obligación de ejecutar, se le da un cariz de hazaña y lo que cotidianamente se hace con esfuerzo,  pasa desapercibido.

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En cualquier aspecto de la vida cotidiana  o el quehacer diario, lo que es sumamente pequeño pasa por grande y lo regular por exorbitante. Tanto es la sobredimensión de los sucesos que cualquiera vive indeciso en este mundo del Señor. Ya no se sabe la real dimensión de los casos, ni mucho menos se tiene una seguridad en quien creer. Muchos hablan a su favor o según el color del billete que con su aroma le trastorna el cerebro y hablan demás. Ya es tiempo que se llame al trigo trigo y al agua  agua, todo por su nombre, evitando las exageraciones que a nada bueno conllevan ya que solamente logran confundir a las poblaciones ávidas de novedades y primicias. En muchos casos esta extremada catalogación de los hechos no es en forma casual ni por error. Hay de por medio sumas de dinero que al convenido lo hace ver doble de día y con sol. Hay intereses creados de por medio que hacen volar hasta una vaca sin tener alas. Como también el brillo del oro vuelve mudo al más elocuente de los mortales y hasta hace perder sus libertades sagradas según lo dictamine el poder. Todo esto ocurre porque los valores morales individuales de algunas personas fácilmente son vulnerados por aquellos que todo lo compran con dinero.  Todos los que han hecho de ser negociables una forma de vida, deben tener mucho cuidado porque todo lo que empieza tiene un fin y cuando el pueblo se da cuenta de que pie cojea la figura del momento le paga con el  discurso del olvido y quedan en la misma calle como empezaron. La acción de apuntarse a donde hay más sombra sin que importe el color del árbol, conlleva a la corta y a la larga al repudio general. Son esos momentos cuando duele más  la indiferencia del pueblo que sabe de injusticias y avaricias por doquier. Esto trae a la reflexión que la mejor forma de vida es llevar a la existencia por camino recto de igualdad y equidad con calidad humana y solidaridad y adquirir nuestras ganancias por medios claros y no vedados, es decir por medio del  trabajo digno y honesto. Jamás negociando silencios o libertades o tapando delitos que merecen ser condenables. No querer ocultar la luz del sol con un dedo, o sea ;sea; después de haber sido parte de la farsa y de la mentira, aparecer hoy día como salvador del mundo, o como aquellos que en su fortín, son déspotas y tiranos y cuando aparecen en público muestran una sonrisa de oreja a oreja y hasta dan un besito en la mejilla a todos los que encuentran en su camino. Pero eso no significa amistad, es una hipocresía,  ya que hasta Judas  con un beso entregó a nuestro Señor Jesucristo. No es raro encontrase con sabios que están llevando a la ruina moral a nuestra juventud. Felizmente Dios es grande y todo lo puede y sabiamente pone en su lugar a toda oveja descarriada, si no este mundo fuera insuficiente para tanta maldad que reina a cada instante en aquellos que no fueron favorecidos con un talento divinal y hoy deambulan por la tierra viviendo de las apariencias y sin cariño y sin amor porque en su ser no pueden albergar espiritualidad, por tener las entrañas enfermas de soledad.

 

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