Diariamente sin querer, no vemos envueltos en una serie de realizaciones en la cual el hombre es el principal actor de una comedia sin final en el escenario de la existencia.
Estas actividades están enmarcadas en la tarea diaria de hacer lo imposible por subsistir, desempeñándose con acierto en tal o cual función de acuerdo a sus capacidades. En realidad, todo este proceso de la vida no sería tan escabroso sino imperasen las conductas negativas de ciertos grupos humanos. En estos desfases conductuales, la causa principal; está el afán desmedido de riqueza sin querer hacer nada por lograr tal cima o la envidia por la incapacidad de trascender como lo hacen otros o simplemente porque se tiene el ego enfermo y se quiere ser dueño de todo sin merecerlo. Hacemos esta breve reflexión porque es la causa principal de las más grandes desgracias humanas. Si se llega a lo alto de la montaña con recursos propios, se merecen el lauro de la gloria y esa dimensión se vuelve eterna, pero si se corona la ruta atropellando por doquier, ese triunfo no será duradero porque no tiene razón de ser. Solo dura lo que cuesta esfuerzo y se consigue a través de la ciencia, el arte y la cultura y se delega esa sabiduría sin temor a ser desplazado y sin formar cúpulas privadas para mantenerse en la cresta de la ola. Es que lo que fácil viene de la misma forma se va.
En este sentido, no se puede concebir de ninguna manera, la presencia de personas que en ciertas oportunidades o cuando conviene, son defensores de la realidad con prístinas razones y en otros momentos simplemente por acomodos baratos, se ponen en contra de la razón. Después, cuando las relaciones amicales se acaban o fenece el poder o simplemente se dieron cuenta de la clase de persona que era y se queda sin cariño y sin amor; reaparecen con la cara de mansas ovejas, como si no hubieran matado una mosca, se jactan de ser abanderados de la justicia y el conocimiento y pretenden convencer a todo el mundo que son la última maravilla del mundo. Como aún hay quienes creen en el llanto y las lágrimas del que muestra arrepentimiento, vuelven a retomar su estado perdido. Pero jamás están contentos con nada porque tienen metido el mal en el cuerpo, ya que están a la espera que alguien se equivoque para moverle el piso y seguir reinando sin que nadie se oponga a su mediocridad oculta tras una sonrisa de capacidad. A nadie debe herir lo que pienso en voz alta, ya que el mundo está lleno de seres negativos que todo lo ven bajo el brillo del oro así no tengan necesidades. Cada cual es muy consciente de lo que es en esta vida, nadie actúa pleno de negativismo porque no sabe. Cada uno está completamente dentro de sus cabales y conoce muy bien la proporción de sus acciones y la tendencia que encierran sus manifestaciones cotidianas. En realidad, esta apreciación de la sociedad no huele a sermón, sino un llamado a la conciencia. No pretendo motivar a que sean santos y que hagan milagros, sino simplemente una invocación a recapacitar o vislumbrar un cambio de actitud y aptitudes en aras de intentar marchar por la senda de la honestidad en pos de un mundo nuevo que solamente se logra cuando hay objetivos comunes y solidarios. En el desprendimiento, comprensión y creatividad en bien del entorno esta la llave del éxito por la que considero que más de uno está muy hastiado mirar o escuchar a cada rato con asombro que la humanidad camina entre el delito y la pureza y este crónico sendero, no es la ruta apropiada por no ser el fin del hombre en la tierra, que solamente ha venido para ser feliz por toda una eternidad.