El SUEÑO DE TODOS LOS DÍAS

El que brinda una ocupación decorosa estando a su alcance, teniendo en cuenta la capacidad intelectual, virtudes morales y lo coloca en el sitial que se merece, está actuando con toda justicia y merece ser elogiado por su actuación; en un ambiente en la que todo tiene un precio ya que nada es gratis.

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Más en realidad en el mercado laboral no es así. Ante una oportunidad de trabajo, primero tienen cabida, los familiares, los amigos, los partidarios políticos, los sumisos a propósito, los jubilados,  los serviles de turno y nunca los que tienen talento, cualidades y aptitudes laborales. Esta es una gran verdad que nadie puede negar ya  que  cada día se torna imposible e inaceptable. Es  que  todos somos testigos de la gran cantidad de profesionales sin trabajo que deambulan por las calles sin rumbo fijo y que se dedican a otras actividades muy ajenas a la que estudiaron. Mientras que gozan de todos los beneficios habidos y por haber aquellos, que conocen la Universidad solamente por afuera o los que nunca supieron lo que es ser productivo y proyectarse a la comunidad. Esta reflexión no es nada nuevo. Ha sido así desde que este mundo es mundo y el cielo es cielo. Por supuesto que si hace un análisis pormenorizado de esta defecto social,  llegaremos a la conclusión que los resultados no fueron halagadores de ninguna manera. Sabiendo está experiencia de la historia, resulta repetitivo y una muestra de terquedad, seguir con la vieja costumbre del favoritismo  por intereses creados. Por encima de esta enseñanza, el que menos habla de calidad humana, productividad. competitividad, empatía, proactividad, sinergia, inteligencia emocional y muchos postulados más,  en pos de cambiar de mentalidad  a la población, pero todo cae en saco roto por que la cosa sigue igual a vista y paciencia de todo un pueblo que ya no sabe a quien quejarse para que se le haga justicia. Es que los que están en el poder poco o nada hacen por mejorar su conducta social y convertirse en guías del que menos tiene.  Con el reconocimiento a los que si son baluartes del desarrollo peruano; se precisan cambios en la estructura política, económica y social del país en la cual todo peruano tenga los mismos derechos que cualquier mortal con plena libertad  de acción. Donde no haya que ponerse los grilletes hasta en la boca para poder trabajar.  Donde no haya que ponerle barrotes al cerebro y conservar un mutismo cómplice solamente para gozar de un derecho sagrado que es el ser útil a la patria. Ante esta visión de falta de honestidad se impone. Que se reconstruya la conciencia nacional, la identidad nacional, la moralidad, la solidaridad,  juntando el capital humano calificado de ayer con los que hoy día avizoran brillantes ideas y vaticinan la existencia de una patria sin cadenas. En este logro, la juventud plena de conocimientos, con visión de futuro y humanismo, tiene la palabra. No es que le pase el bulto a ellos; porque el país es un todo y unidad indisoluble. Lo que se quiere de manera conjunta, sin egoísmos, todos los departamentos en un solo latido, dejar de lado sistemas obsoletos y en aras de modernidad; edificar la nueva patria que todos queremos y soñamos a cada instante para beneplácito de futuras generaciones.

 

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