Nada es malo en su totalidad. Toda acción  razonable  tiene algo de bueno. Desde este punto de vista; el que alaba solamente el lado bueno de las actitudes humanas, puede ser una persona parcializada por intereses creados.

Si solamente se enfoca el lado negativo; de repente es por dos motivos: Es una persona que sobrevalora sus conocimientos sin haberle ganado a nadie o se trata de alguien cuyo sueños jamás se realizaron y está hablando por la herida porque llegó a su nivel de incompetencia. Sin tratar de justificar lo injustificable ni a aquellos que han hecho del desacierto una forma de conducta; sucede que las personas que emprenden una larga lucha por mejores logros, están  sujetos a errores. Los que no ven más allá de sus narices, jamás se equivocan porque no hacen nada. Hay quienes saben mucho pero no arriesgan por una entrega horizontal porque sus ideas obsoletas  solamente son en base a lo que aprendieron en épocas de las cavernas y jamás  propendieron a la innovación sustentada con la modernidad  y ese es su mundo y como nunca colocaron las manos en el fuego; no saben cómo quema la candela. Más sí  son capaces  hacer de una suave brisa, un amenazador ventarrón. Aún hay los más peligrosos. Aquellos que ven que la vida se le va sin haber saboreado las mieles del éxito y ante el menor traspiéslos menores traspiés, elevan  un grito al cielo como si hubieran visto al mismo diablo calato. El fruto de la insatisfacción humana puede herir más que una bala perdida. Cuando la suficiencia académica está por

encima de todo código de ética,  el hombre se convierte en un sabio

prominente  pero con entraña irracional. Solamente el que es hombre en toda su dimensión, tiene sentido común, poder de discernimiento y llega a ser feliz porque cultiva la unidad entre su mente cuerpo y espíritu. No basta ser un dotado de conocimiento, sino humano, vivir en sociedad, compartir hasta lo poco que se tiene, participar, disfrutar de las emociones del pueblo, ser una persona abierta a los efluvios de las grandes mayorías. De lo contrario ¿Cómo piensa poner ley quien camina por el mundo dentro de su caparazón de soledades, compartiendo traumas y complejos de su oscura vivencia? No hay que ser un lucero intermitente que prende y apaga por conveniencia,  en el escenario donde el saber a medias es un triunfo rotundo  dentro de las fronteras de un horizonte de espejismos y el que trabaja sin protagonismo ni partidarismo; comete pecado capital.  No hay que ser un hermoso arco iris, cuyo halo vistoso se opaca porque sus raíces son de viento y sin futuro. La realidad es una sola y todo está escrito. Nada es a nuestro capricho  Ya está trazado el camino   a la celebridad. Lo único que falta es recorrerlo acrecentando sus virtudes y novedades  pero sin aparentar ser el incorruptible juez divinal y por medio del sarcasmo,  la risa  o  la burla cruel contra las acciones en flor; hacer notar solamente los deslices  involuntarios que son una pulga dentro del abanico de realizaciones de los hombres  de éxito. Ante las incongruencias humanas; en lugar de tanto laberinto, más vale el intercambio directo de ideas con la misma fuente de inspiración, que la pataleta desesperada como si se fuera a acabar el mundo de alguna mente adormecida por lauros inalcanzables. Es que jamás las histerias personales de seres que deambulan sin vida, cambió la historia de  los pueblos. La solución se halla en el mismo terreno de los hechos. No cambia el curso indeciso  de  una patria en crisis hacia un futuro promisorio; la hiel que aflora en espíritus mezquinos, sino el aliento amical para llegar a la cumbre del cual todos tienen la oportunidad pero que no está al alcance de aquellos que tienen el alma enferma de mediocridad y envidia.