Hay quien es consciente de la realidad en que vive.
Sabe de lo bueno o malo que se hace en bien o en contra de las grandes mayorías, pero por sus actitudes de crítico cuando le conviene; no le permite ponerse al lado de la verdad ya que por encima de todo está una fidelidad al oportuno apoyo partidario que le permite una existencia intermitente porque está acostumbrado a doblar las rodillas ante la voz del poderoso. Hay también los sabios de escritorio que se creen dotados de un talento superior y forman su nube de grandiosidades y se olvidan que si hoy día ocupan un trono pasajero, a sido gracias al servilismo político de otras épocas pero que está muy presente en las personas de convicciones comprobadas porque tienen capacidad. Como no recordar que hay “líderes de cristal” que se catalogan intocables, paladines de la justicia y defensores de los oprimidos, cuando lo primero que han hecho es asegurar su futuro. De aquellos que aplauden las incongruencias de los elegidos por la casualidad; el ambiente nacional está lleno. De los que se vuelven jueces de las personas públicas, cuando no gozan de las mieles gubernamentales; abundan como epidemia en toda latitud. De los que ya no conocen porque son parte de los entes que rigen el destino del país; esa plaga de mediocres hoy resulta incontrolable y son los culpables directos de la crisis nacional. Más a pesar de todo, gozan de la anuencia de los que piensan que para tener éxito en una gestión directriz hay que rodearse de condicionales y sumisos. La historia es testigo que con esa política retrógrada no se llega a ninguna parte. El único camino a la victoria se forja cuando se rompen las cadenas de la esclavitud del alma. Cuando el hombre puede expresar con libertad lo que siente y piensa por doquier. Cuando no vende su conciencia al mejor postor. Cuando deja de creer que para comer hay que estar apoyando a la mentira. Cuando se logra la cima del conocimiento y los frutos están a la vista. Los que consideran que ocupar los más altos pedestales comprando voluntades, rodeándose de incompetentes de ocasión, le da la patente de paradigmas sociales; es el raciocinio más errado que se pueda originar. Felizmente hay honrosas excepciones en todos los sectores que alientan las ansias de vivir en medio de la incertidumbre y un desgobierno que no tiene cuando acabar por la ambición de los mismos hermanos de sangre. Se nota el verdadero palpitar de la patria en las calles de siempre que son el más grande escenario de esta trágica comedia que cuantos quisiera que sea solamente una farsa o un sueño, del cual quien no quisiera despertar y olvidarse para siempre por ser horrible pesadilla.
El éxito verdadero solamente es producto de la superación personal y se agiganta cuando las virtudes y los valores humanos, plenos de humildad; están al servicio de la sociedad. No hay que olvidar que ni de lo material somos eternos propietarios. Todo dura un tiempo nada más y el fin, el gozo de la existencia, el compartir la sabiduría y la satisfacción del deber cumplido solamente reside en servir a los demás sin esperar recompensa.
LA MAGICA LUZ DE UN VERSO
Vivir en un mundo increíble, inverosímil e incomprensible, totalmente acribillado por las inconductas humanas. Deja pocas oportunidades de disfrutar del sosiego y la paz espiritual en familia y dentro de una sociedad que cada vez pierde la esencia de ser la base del desarrollo total . Es que sin ir muy lejos, a la vuelta de la esquina suceden las más inhumanas acciones que parecen extraídas de la más cruel fantasía. Todo ocurre; desde la pobreza, delincuencia, inmoralidad, corrupción, prepotencia, falso liderazgo, servilismo hasta los más altos grados de drogadicción y abandono moral. El desmedido afán de riqueza y figuración pública aún sin tener cualidades innatas; ha sepultado irremediablemente la verdadera esencia del ser como protagonista de la historia y continuador de la especie humana. La fe como fuerza interior capaz de diseñar un mundo de ventura para las futuras generaciones, se tambalea peligrosamente cerca al abismo infinito de lo irrealizable. Los “eruditos” del conocimiento humano defienden hasta con las uñas el trono de oro que le cayó del cielo en un concurso de incompetentes pero con laureles bañados en oro. Los adalides de la justicia social se santifican mirando al cielo y golpeándose el pecho halagan su fidelidad con el pueblo que muchas se calla porque está en juego el puesto de trabajo que le da la vida. Pero saben que ganar un dinero en medio de la sumisión aplastante es como ir al combate con las manos amarradas lo que ni siquiera le permite soñar en la victoria. En medio de este páramo de soledades amargas , para que no brote bilis por los poros y no salga fuego de nuestros labios por la impotencia que agobia al corazón; como una terapia casera para no ingresar a los senderos oscuros y sin fin de la locura de la locura impredecible, cae como una gota de rocío en el alma las obras literarias y si es un verso rimado mejor. Es que el encantamiento natural, musicalidad, ternura y sensibilidad de la Poesía Popular al ser fruto de la voz íntima del ser ; engrandece el espíritu y genera suficientes energías para lidiar con éxito ante el enemigo invisible de la adversidad. Por eso leer una décima en medio del bullicio de las balas mortales del enemigo de turno; es como encontrar agua en pleno desierto y saciar la sed de siglos que habita en las entrañas. Es como encontrar la claridad del día en el eterno oscuro túnel del tiempo y el espacio. Esbozar una sonrisa plena muy lejos del rictus de dolor por la acechante herida del alma en penitencia. He ahí la lógica respuesta ante la premisa y el interés de llenar de versos el mundo que hoy habitamos. Si en vez de crear o comprar armas sofisticadas que quitan la vida, se editaran todo tipo libros que engrandecen el espíritu; el mudo sería diferente y digno de ser vivido. Si entendieran aunque sea un segundo que solo se enseña con el ejemplo y que aparentar simplemente es hipocresía. Si comprendieran que el éxito no solamente es ocupar el cetro de la gloria, sino que esa altura también debe existir en el hogar. Si la ambición desmedida de los mediocres por vocación, encontraran una cura divina y se dieran cuenta que vivir no es marchar en continua competencia por la obtención de bienes materiales; sino que el secreto de una existencia feliz está en la adquisición de sabiduría y en compartir hasta lo poco que se tiene. Si llegara ese momento entre clarines de triunfos, si ese día llegara con su carga de esperanzas sublimes; todos podríamos amar a la vida hasta más allá de la muerte.