El rocío con el canto
de mi fuente de ternura
da su brisa de frescura
donde lacera el quebranto.
Yo no soy el que hace un verso
buscando tan sólo fama
soy el que enciende la flama
para vencer orbe adverso.
y al quererlo pero universo
sabrá por qué hasta en el llanto
encuentro florida nota,
pues de mi ser grácil brota
el rocío con el canto.
II
Soy por todo el fiel consuelo
de quien extraviado avanza
y mi arpegio bien lo alcanza
al pintarle ruta al cielo.
Como denigro al desvelo
después de horas de locura
más bien busco en la hermosura
el placer de un buen instante,
surgiendo un son fascinante
de mi fuente de ternura.
III
No trato ser el mejor
ni anhelo ser el más grande
sólo quiero que se ablande
el que prodiga dolor.
Por eso con buen humor
la visto como a criatura
y le conservo su altura
siendo mi estrofa infinita,
que de su aura que palpita
da su brisa de frescura.
IV
Con su aureola de verdad
no destruye al enemigo
sólo irradia sin testigo
una eterna realidad.
Concita la inmensidad
del sentido puro y santo
se viste con velo y manto
y va tras la solución,
habita mi inspiración
donde lacera el quebranto.
V
Quiero morirme versando
como último pedido
y si lo está permitido
seguir en la otra rimando.
Si me fueran acallando
de inmediato me regreso
al que venga con exceso
lo llamaría inconsciente,
pues quien trabaja su mente
es baluarte del progreso.