Al no ser jamás eterno
Ni la fiel actividad
El que delega un infierno
¡NO TRASLUCE HUMANIDAD!
Ni la más potente hoguera
O el agua del manantial
También les llega el final
Como a la mirada artera.
Por eso un tiempo lacera
El que origina un averno
Al ser más que un infraterno
Que delega confusión,
Más se esfuma su traición
AL NO SER JAMÁS ETERNO.
II
Se acaba todo lo bueno
Y hasta lo malo termina
Y lo más cruento culmina
Si el espacio no es ameno.
Por eso el que pone freno
A su oscura necedad
Le da norte a su bondad
Y un instante se asegura,
Si para siempre no dura
NI LA FIEL ACTIVIDAD.
III
Quien todo un tiempo padece
Y hace gala de grandeza
Si denota su entereza
A cada instante florece.
Si de cordura adolece
Y no resulta fraterno
Irradia su cruel invierno
Y derrocha su falacia,
Y patenta su desgracia
EL QUE DELEGA UN INFIERNO.
IV
Lo puro se desvanece
Y jamás se recupera
Y el que no tiene bandera
De nada se compadece.
Lo más querido fenece
Y se acerca a la verdad
Y ante ajena realidad
Se originan resquemores,
Y el que habita sin valores
NO TRASLUCE HUMANIDAD.
V
Igual muere el poderoso
Y hasta el de afán altanero
Al ser todo pasajero
No se entiende al ambicioso.
Si lo más beneficioso
El divino bien concede
Y como todo se puede
Es del éxito buen signo,
Que no hay espacio al indigno
SI A SU MISMA SANGRE AGREDE.
VI
Hasta la guerra concluye
Y la vida con la muerte
Lo móvil se pone inerte
Y si hay alma la paz fluye.
Si la fe no se destruye
Dará un norte a la amistad
Y al dar ruta a la bondad
Que no exista el rostro adusto,
Y ya no más el injusto
¡QUE NO TIENE IDENTIDAD!