Piensa a toda hora que el honor es netamente espiritual, dos personas que se pelean, el sufrimiento, la confusión, son ocasionados por los vicios, errores y pasiones de la mente inferior.
El honor es la decencia y pureza espiritual y no es necesario demostrarlo a cada instante, pues está con él y dentro de él. Es el triunfo del espíritu, que es eterno y se mueve sin tiempo ni espacio, es libre y más rápido que la luz. Toda superioridad es solamente espiritual, como el carácter y la voluntad. Débiles son aquellos que no sacan a flote el espíritu y se dejan vencer por sus malos hábitos. Hay que tener madurez de espíritu y voluntad. No hay que vivir llenos de pasiones malsanas y formas oscuras de pensamiento, necesitamos aire, sol, fuerzas cósmicas, relajarnos, para evitar el estrés que es una enfermedad muy común en las personas mediocres.
Leamos escritos místicos dejen de lado el rencor, el odio. La revancha envenena y martiriza. Cultivemos nuestras entrañas que siempre deben estar muy lejos de la envidia y de rivalidades. El espíritu es el mayor regalo que nos pueden haber dado al nacer. Por eso es que los sabios no necesitan propaganda, trabajan solamente para la humanidad. ¿Cómo podemos gobernar si no podemos gobernarnos nosotros mismos? Los genios verdaderos son humildes y sensibles porque están llenos de amor, atravesados en cada célula por el amor. Hay que dejar la jactancia, la vanidad. La verdadera función del ser humano, no es vivir para sus amigos o para su familia, sino para toda la humanidad porque no somos millones de individuos sino sólo una gran masa llamada humanidad. Si alguien comete un error, repercute en todos, si alguien hace el bien, repercute favorablemente en todos. Esta es la mística que debemos tener. El día que lo entendamos, recién podremos decir que SOMOS TRIUNFADORES.
Triunfador es la persona honesta decente, cabal, digna, afable, agradecida y sin complejos. Es el hombre que demuestra compañerismo y solidaridad cuando el semejante está en desgracia o enfermo, porque tiene espíritu superior.
Es aquel que respeta los pensamientos de un niño, admitiendo sus preferencias, aceptando sus inclinaciones y solo interviene cuando existe peligro real, más no el peligro imaginario. Si menos afán tienes en dirigir, dominar, absorber, la personalidad del niño, nunca tendrá problemas y a la larga, será un adulto feliz, equilibrado y capaz desenvolverse normal y alegremente en la vida sin dejar de ser responsable. Para lograrlo, hay que respetar sus modos personales, su sensibilidad, sus naturales disposiciones. Ignorar o desatender estos rasgos, no es el camino apropiado. Triunfador es quien se desempeña con desenvoltura y alegría y es conocido, admirado y hasta envidiado. Hay que ser sencillo pero dinámico, amiguero, espontáneo, súper franco, sin hipocresía pero con carácter y el mundo te reconocerá. No hay que despertar resentimientos humanos y serás más dichoso si repartes equitativamente el afecto, las atenciones y el cariño entre el mundo que te rodea. No debe existir imposibles en la vida porque a base de empeño y constancia los triunfos apuntan mucho más lejos. Hay que evitar las burlas.
Si criticas, que sea netamente constructivas. Se puede evitar herir la susceptibilidad de las personas, hay que respetar la intimidad. Si quieres alcanzar la máxima meta, siempre piensa en actos de gran envergadura y prepárate para ese momento. Te absoluta confianza que tus deseos se van a cumplir y el éxito se cumplirá naturalmente bajo el poder de DIOS. No hay que ser precipitados en acciones de gran responsabilidad o importancia, porque lo que rápido se hace, rápido termina y así se cumplirán los más hermosos sueños, hay que trabajar pues hermanos con bastante imaginación y entusiasmo.