HACIA UN REAL APRENDIZAJE

Tomando como punto de partida que enseñar es ofrendar conocimientos adquiridos por estudios superiores, experiencias, porque se tiene cualidades innatas.

Es toda una entrega horizontal de sapiencia en la cual mucho tiene que ver su efectividad, si su transmisión es dentro de los cánones de la familiaridad para que llegue al corazón del auditorio que está a la expectativa de importantes buenas nuevas y acrecentar su capacidad interpretativa de la realidad actual. Este legado cultural y especial no debe ser repetido sino debe estar enmarcado dentro del grado más alto de la pedagogía habida y por haber para que los frutos sean de beneficio de las masas humanas. Para realizar esta entrega, hay que ser poseedor de cualidades, aptitudes, carisma, entereza y vocación de servicio, para convertirse en guía de generaciones que mañana más tarde van a tomar las riendas de un país que marcha indetenible a su realización total.

En este sentido, cada cual tiene una especialidad que lo distingue de los demás y que lo hace conocido por su forma de motivar a los alumnos. Por ser una actividad netamente espiritual, en esta acción de legar ideas, pensamientos, sentimientos, consejos, postulados, hipótesis; no valen las suplantaciones, ni los que usurpan puestos laborales para erigirse como baluartes del saber. Solamente tienen derecho a hacerlo aquellos que muestran los documentos legales que justifiquen la actividad que realiza. Por supuesto que un grado obtenido no garantiza que el profesional o técnico sea bueno para todo. Cada cual debe enseñar para lo que fue preparado y lo que emana de él, debe estar oleado y sacramentado por una investigación somera de tal manera que de a conocer solamente novedades, de primera mano y útil para toda persona que anhela trascender dentro de su entono geográfico, hoy, mañana y siempre. Hacemos esta reflexión, en vista que la educación es un tema de todos los días y es portador de varios matices muchas veces mal interpretados y no vaya a suceder que por ahí salga por ejemplo un albañil enseñando mecánica, o un Ingeniero Químico enseñando Literatura, lo que sería una errónea forma de impartir sapiencia.

El hecho de tener los máximos grados y honores otorgados por las casas superiores de estudios, no le da carta libre para que un connotado intelectual enseñe lo que mejor le parece. No porque es una eminencia, está capacitado para abarcar todo lo que el hombre ha creado a través del tiempo el cual la historia es testigo. Se puede ser muy sabio, pero por muy sabio que sea, no es propietario de toda la sabiduría humana. En este sentido, la humildad y el respeto a los demás, se debe imponer en el más amplio sentido de la palabra de tal manera que no pierda calidad el sublime acto de enseñar. Lo que afirmo no es nada extraño, en este mundo se ve de todo y el engaño está a la orden del día. En la acción de comprobar sin lazos amicales, sí es verdad tanta belleza, reside la calidad del educador, en su proyección a la comunidad, qué innovación propone para la sociedad, qué transformaciones propende para que el futuro sea diferente. Qué ha escrito y qué marca diferencia con lo ya existente. Cómo participa en la problemática regional. De ser así, recién estaremos frente a un verdadero maestro y dejará semilla porque el alumno se forma a semejanza del maestro.

De lo contrario, si es el apático que se cree premio Nóbel dentro de las cuatro paredes de sus limitaciones e incompetencia y con las justas lo conocen sus alumnos, se está educando a una juventud que acude a la fuerza clases porque está en edad de estudiar, pero no ve las horas que acabe la clase para salir al recreo o que acabe el año para no volver jamás porque quien le enseña, no despierta en él la avidez por el estudio por no tener carisma, método y lo más importante, no le cae en simpatía a nadie, ni origina la empatía de ser su seguidor, por las limitaciones que se nota a más de una legua y que en lugar de educar origina la decepción y deserción del estudiante que no tiene la culpa de tener por guía a un deslumbrante educador rodeado de medallas, pero sólo un repetidor de datos ajenos que no trasciende por que enseñar es un arte innato y esa cualidad generalmente reside en pocos elegidos por la providencia divina.

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