Cuando la persona se concientiza y trata de conocer la verdad, cuál es su misión sobre la faz de la tierra, comprenderá que será posible, si tiene cuenta que realidad más sueños, más buen humor, da sabiduría.
Es que si se analiza sin fanatismos el entorno en la cual la persona desarrolla su existencia y se integra a ella con el fin de consolidar objetivos comunes, está contribuyendo a conseguir logros de manera solidaria y ello cimenta su espiritualidad. Es que el hombre, es miembro de una hermandad universal, por lo tanto, no puede vivir creando sapiencia y riquezas para sí mismo o para su grupo familiar. El fin es vivir en sociedad y ayudarse mutuamente compartiendo hasta las penas y alegrías, lo que significa que tienen que marchar juntos hacia un mismo ideal que depare felicidad y futuro donde la alegría sea el producto del éxito de los demás.
Quien pisa tierra y utiliza los honores para trabajar, pero ante el pueblo es un combatiente más en la lucha por el bienestar, su aureola de líder integral está asegurada. Por otra parte, es bueno trazarse metas en la cual haya algo de imaginación, fantasías y sueños. De las proyecciones, algo fuera de lo común, un tanto vanas; se han originado las más grandes conquistas en el campo del conocimiento humano. Por eso es preciso que a nuestro plan de acción haya que darle un poco de ilusión, pero eso si, enrumbar con todas las fuerzas hacia el compromiso adquirido de tal manera que nada ni nadie pueda interferir en el paso apurado hacia el umbral de la excelencia. Una cosa es sazonar nuestros pensamientos con un poco de algarabía y otra es vivir de puras quimeras. Una permanente ensoñación crea un mundo vano en las extrañas y el hombre empieza a caminar por las nubes cuando aún no sabe pararse bien sobre el suelo que hoy se habita de manera pasajera. A todo esto, es muy necesario agregarle una pizca de buen humor. No quiere decir que todo se debe tomar a la ligera, no, sino que es primordial tomar a los hechos cotidianos de manera positiva y que mejor vivir con alegría. No significa reír ante el dolor humano, o festejar las penas del que las padece. Sino que ante los avatares que no faltan en la vida, no hay que hacerlo más trágico de lo que son, ni teatralizar los hechos haciendo toda una comedia entre lágrimas y llantos. Hay que tomar a los escollos como que hay que vencerlos pero de ninguna manera herir a la inteligencia emocional que debe permanecer imperturbable en la persona. Para ello, es preciso adquirir el halo divinal que da el arte integral y que permite mirar a los problemas desde la cima de la paz divinal y es donde nacen las soluciones porque el hombre es capaz de encontrar la verdadera ruta para ser un ganador sin fronteras. Si a parte de ello, se trata por todos los medios de preservar una buena salud con disciplina y alimentación adecuada y se le pone ritmo a los días de vida, ocurre como en la música, hay armonía en nuestras expresiones y se convierte en una hermosa melodía capaz de transformar las mentes humanas con la magia de la palabra. Es que proporciona cadencia y compás a las actitudes conductuales y ello permite que las determinaciones se realicen bajo una sinfonía de sosiego y pacífico remanso. Más aún, si a todo lo expuesto, se le agrega algo de equilibrio, el hombre recobra su auténtico valor humano. Esa es la meta que todos debemos trazarnos, pues es la única forma de aspirar a tener el brillo de una estrella. Cuando llegue ese momento, desde el niño hasta el anciano, podrá mirar hasta más allá de lo que ven sus ojos. Es que el hombre, ha venido a este mundo para crear, por ser de origen divino.