EL CAMINO DE LA VIDA

Todos, desde que tienen uso de razón, se trazan metas para lograr tener bienes, dinero, fama, poder. Bajos esos nortes de fatuo brillo, se encamina su existencia y hasta dejan de comer para alcanzar esa cima.

Cuando llegan a esos lejanos y sacrificados peldaños de bonanza, algunos no se sienten satisfechos y quieren un más. Esto ocurre por dos motivos. Porque otros tienen más o porque se sienten infelices aún teniendo tantas riquezas. Todo se basa en los bienes materiales pero en realidad la vida no es así. El hombre es una unidad que no solamente se contenta con las comodidades físicas. Se alegra mucho más si la espiritualidad también es atendida con el mismo esmero que se le trata al cuerpo. Hallar esta equidad en el ser humano, en realidad no es tan fácil. Se toma a la vida como una continua y encarnizada competencia en la cual es más feliz el que más tiene. Es más poderoso el que posee mayores bienes suntuosos.

Económicamente puede ser, pero humanamente, la calidad del hombre no se mide por los billetes, casas, terrenos, chacras, que pueda tener si no solamente por la bondad de su alma que le da la sabiduría. Quien más sabe es más feliz. Muchas veces la mansión lujosa o el carro ultimo modelo o el yate anclado en la bahía, las joyas, cuentas bancarias con varios ceros a la derecha, no simboliza felicidad plena. Son simplemente complementos de la existencia. La felicidad reside en cada uno de nosotros, en nuestro mundo interior. En la armonía del espíritu, en la unidad de sentimientos, en la paz interior que se siente después del deber cumplido. En la ayuda que se pueda brindar a quien realmente lo necesita. En la solución que podamos dar al problema de acuerdo a nuestra capacidad de decisión. En la sonrisa que podamos arrancar al que sufre por la maldad ajena. Eso es felicidad duradera. Lo demás es secundario que solamente alimenta nuestro ego todo el tiempo que dura una ilusión pasajera. Una prueba de ello es que ni el brillo del oro que es un metal precioso, no puede opacar el brillo del sol que viene de DIOS.

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