LA EXCELENCIA EN EL SER

La realización humana no solamente la determinan las áureas, medallas, sofisticados pergaminos, bandas relucientes; sino la capacidad humana para resolver los problemas que circundan  a la sociedad.

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Es que un saber sin aplicación es como una  flor pero que no da óptimos frutos. Más aún, si  se trata de la pasiva acción de formar nuevos valores para el competitivo mercado laboral, hay que volver a la añeja premisa que tan sólo se enseña con el ejemplo, para que cada cual sea un valor en el desarrollo de sus profesiones. El fin primordial del hombre es investigar para crear una ruta directa hacia el bienestar general. Por lo tanto, solamente el que se despoja de toda ambición material está en la posición precisa para emprender tan bendita cruzada en bien de un mundo mejor. Lo demás son tan  sólo palabras que a una aparente filantropía se oculta una tremenda ambicia que solo va  a la par con su egoísmo que muy bien lo oculta para pasar de abanderado de los objetivos nacionales en bien del que más necesita. No es difícil ser integrante de la cúpula inexpugnable del acomodo y el oportunismo y desde esa trinchera aparecer como el salvador de un país en crisis. Lo que no es nada fácil es ser el autor de una fuente de sapiencia y desde ese norte convertirse en adalid del gran cambio en razón  a una desprendida ofrenda de saber en aras de formar al nuevo ser que el presente y el mañana muy bien lo necesita. Los sagrados intereses de servir a los demás sin esperar recompensa jamás deben mancillarse  por una desmedido afán de lucro pero que se camufla aparentando altruismo y benevolencia para las clases oprimidas o juventudes en aras de consagración. El que tiene una posición lograda en cualquier aspecto del conocimiento humano, si tan solo es una eminencia por las obras realizadas, tiene todo el derecho del mundo de seguir dando su luz a la humanidad, pero si fue uno más que llegó al sitial de honor por intereses creados, amiguismo, familiaridad o gremios particulares y  lució jamás sus colores propios, estamos hablando de una ayuda desmedida al que no lo merece ni menos ser abanderado de la justicia social y la salubridad del país. La posición social no lo refleja el talento, puede ser un  delincuente social adinerado que reluce posición pero venido de mala forma. O en todo caso el esclavo del dinero que se la agencia con artimañas para seguir en la palestra cuando ya su ciclo productivo acabó sin pena ni gloria pero que por tener más de la cuenta sigue en la batalla con la venia del poderoso que de las alas para que pueda volar sin trascendencia por el espacio ajeno en la que todo tiene un  precio. En todo caso esta reflexión trata de dejar en claro que nadie es lo que dice;  sino lo que hace en bien del prójimo. La persona no es lo que ostenta; sino la forma como se proyecta hacia el futuro. La grandeza de su yo interior se refleja en sus acciones y esa es su identidad para el mundo exterior. Lo que simula ser es una careta comercial donde se cobija la negatividad de su paso terrenal.

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