Nunca pude imaginarme
Que en este tiempo existiera
 Una mujer de primera
Y que pudiera escucharme.
Por todo puedo extasiarme
Quizá por última vez
En tu férrea  solidez
Y el por qué de tu  alborozo,
Que estar contigo es un gozo
EN EL MAR DE PLACIDEZ.

                   II

Unes a tu simpatía
La verdad que nunca  he visto
que a perderte me resisto
pues lo bueno acabaría.
El final me llegaría
Con toda su palidez
Y ante ajena  insensatez
Cumpliría mi promesa,
Es que en tu faz de princesa
HAY PROFUNDA CALIDEZ.

                    IV

No eres  reina o majestad
Pero igual encantadora
Por tu magia abrasadora
Eres más que una deidad.
Por tus aires de beldad
Con trinos cautivadores
Eres fuente de candores
Del cual me siento cautivo,
Que sólo el brillo percibo
DE TUS OJOS SOÑADORES.

A tu paso tan garboso
más yo puedo contemplarte
Y en silencio recitarte
Un cantar maravilloso.
Es arpegio melodioso
Con infinitos candores
Es el nacer de furores
Que el afecto sintetiza,
Y tu existir se realiza
¡BAJO EL AROMA DE FLORES!