LA DURA SENDA DEL TRIUNFO

Todos conocen las armas únicas del triunfo,  se comenta a veces en algún medio  de comunicación social las claves del éxito.

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Se publican voluminosas obras en todos los idiomas sobre este segmento de desarrollo personal. Virtuosos educadores de todas latitudes dejan oír sus fórmulas maravillosas a su auditorio que escucha pacientemente sus mensajes. Pero que sucede entonces. ¡Por que no encuentra su rumbo cada uno y se proyecta hacia nortes de ventura, especialmente la juventud? ¡Que es lo que falta y a pesar de tanta difusión de consejos prácticos,  siempre se cae en lo  mismo: drogas, alcoholismo, delincuencia, deserción escolar, prostitución, hijos abandonados, padres solteros, divorcios  y una serie de lacras  que producen indignación humana hasta en los habitantes que están en el rincón más lejano de este suelo de historia y tradición. Según nuestro concepto muy personal por cierto, lo que pasa es muy simple pero de profundas raíces, todo entra por los ojos desgraciadamente. En las cuatro paredes del hogar se les puede inculcar a los hijos lo mejor en conducta humana pero salen a la calle y hay un mundo diferente, agresivo, aterrador, donde prolifera lo peor e inclusive muchas veces las personas más visibles del país, solamente por ambición, porque necesidad no tienen; delinquen a vista y paciencia de millones de peruanos. Por eso es que no hay un clima propicio para el cultivo de valores en el medio ambiente. Por un lado se educa, por otro se hace una fiesta de la corrupción. No hay un día que  la inmoralidad cese en nuestra tierra. Todos caen de alguna u  manera. Hasta hay sorpresas, resulta que el que hacía gala de honradez, al final resulta tremenda lagartija. La cosa es que no hay un instante que se pueda respirar tranquilo en un espacio de amor y paz. Es que explota el poderoso, corrompe el adinerado, el jefe, cobra cupos al subalterno, el que tiene el poder, domina sin medida ni clemencia, el que no apoya a un partido se le margina, reina la indiferencia, existe la ingratitud, la discriminación. En este drama sin final e incomprensible, solamente  sufre el  que es desheredado de amistades  o personas pudientes o de alto rango en la escala social. En esta denigración de la sociedad, algo tiene que ver lo que realmente ocurre en las ciudades como la nuestra. Hay un casi eterno divorcio entre la vida misma y las manifestaciones sublimes del alma. Un lugar donde no se practica el arte integral en sus mínimas manifestaciones, poco es lo que se puede esperar. En este espacio no hay recitales poéticos, musicales, no hay teatro, ballet, escasamente hay muestras pictóricas, no hay muestras fotográficas. Raras son las conferencias de personas que lideran la intelectualidad regional o nacional. Por eso es que todo el devenir de la localidad gira en una crítica a los que tienen el poder en la cual una gran parte se defiende con la mentira apoyados por sus incondicionales que no faltan y que son capaces de matar por el sueldo que reciben. Son sordos, mudos, hasta idiotas muchos de ellos porque solamente tienen  oídos para el jefe y para difundir incongruencias a diestra y siniestra queriendo tapar el sol con un dedo. Los ejemplos son visibles que no son  ni siquiera necesarios mencionarlos. En este sentido entonces lo que falta es conciencia, identidad, integridad, convicciones, entrega, desprendimiento, objetivos comunes. Pero esto también se dice continuamente pero no surte efectos. Se repite de memoria pero no se cumple. Es que también falta espiritualidad y humanidad. La nueva sociedad debe estar  conformada por hombres  íntegros, con visión de futuro, con sentido planetario y que ante una oportunidad de demostrar  capacidad, se constituya en el mejor exponente de realización humana en base al conocimiento y mayores destellos de bondad hacia los demás.

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