CONTRA LA INERCIA MENTAL

No por mucho mirar la luna, la persona se vuelve romántica o por observar las estrellas puede ser un buen astronauta.

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Todo tiene una razón de ser y depende de la forma como se cultivan las facultades mentales. Hay aptitudes maravillosas que vienen con la persona y otras se adquieren en el medio ambiente y con el paso de los años según el afán de trascendencia que se tiene. Pero mucho  no le dan espacio a su vocación, sólo adquieren virtudes, especialmente las que dan mayor dinero o las que lo van a llevar al estrellato para satisfacer su insaciable ego y ansias de grandeza antes de tiempo. El apego a lo fácil es casi una costumbre que ha echado raíces, en quienes todo lo ven difícil. Una acción noble  requiere de esfuerzo individual y mancomunado y todo logro se consigue en base a disciplina, entrega total y desprendimiento. En el mercado laboral, cada vez es  más complicado formar parte de ese privilegiado sector. Se dice y se sostiene que el secreto está en adquirir conocimientos de punta  y ser el mejor según su especialidad. Pero muchas veces esta regla no se cumple porque tienen más oportunidades los que  se arrodilla primero o negocian sus sagradas libertades. Más el talento permanece en el rincón del olvido sin esperanzas, abandonado a su suerte. Para que sea considerado según sus aptitudes, tiene que reclamar para que se le tenga en cuenta, como si no existiera gente que evalúa el rendimiento humano y se le de la  cima al que verdaderamente lo merece. En el ejército de desocupados que crece cada día de manera asombrosa, hay más profesionales, técnicos y gente de experiencia que los que se encuentran nombrados, en la que muchos piensan que por tener es altura, deben trabajar menos y les importa un comino prepararse para ser cada día más eficientes e inclusive tratan al usuario del servicio, como si fuese su enemigo mortal. En este sentido, habría más calidad y efectividad en la atención si se le da cabida al que tiene más capacidad. No quiere decir que le va a dejar de lado al personal antiguo, sino que tiene que ser recategorizado de tal manera que cada cual sea el protagonista directo del puesto que ocupa. El que más se prepara estará en el umbral de la organización y el que no, en el sótano del ente porque no da para más. Por supuesto que esta reflexión a muchos no les va a gustar y van a saltar hasta el techo mostrando su desacuerdo. Pero qué se quiere, seguir  mirando malas caras, teniendo desatención, un trato inhumano, mientras en la calle  transitan jóvenes ansiosos  de trabajar y tienen las condiciones necesarias por los títulos que ostentan. Por justicia, se le debería dar la oportunidad como un premio a sus estudios realizados de tal manera que algunas instituciones, felizmente no son todas;  no sean el refugio de seres desfasados que solamente van para cobrar pero no para producir. Todos sabemos que la única forma de salir de este letargo de improductividad, es ser totalmente creativo, transformador, innovativo. Ya no es la época de las eminencias que basados en sus laureles obtenidos, tienen que vegetar el resto de su existencia porque son fulano de tal. El verdadero profesional es aquel que vive actualizándose constantemente y mantiene una lucha permanente de ser mejor que ayer y mañana mejor que hoy. En este caso, la inercia mental, no es una virtud en aquel que quiere levantar polvareda por su paso apurado en pos de nuevas auroras de felicidad. Ni muchos menos vale el capricho personal sino, prima el sentido común que marca el pulso de las realizaciones en bien de las grandes mayorías que necesitan una luz para vivir en armonía eterna.

 

 

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